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Comercio justo
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© Centro de Comercio Internacional, Forum de Comercio Internacional - No. 2/2006

Carteles de Max Havelaar, organización de comercio justo, proviendo sus productos sensibilizando sobre los aspectos sociales del comercio justo. Muestran que, al conseguir mejores precios para sus productos, las comunidades pobres pueden costear la electricidad, las escuelas y los medicamentos que necesitan.
© Max Havelaar

¿Qué es el “comercio justo”? En realidad, no hay una sola respuesta. A continuación, examinamos las características de este mercado, sus actores, controversias, beneficios y desventajas.

En el contexto internacional, el término “comercio justo” tiene dos significados: en las negociaciones comerciales, suelen usarlo quienes denuncian la situación desventajosa en que los subsidios y los obstáculos ocultos pusieron a los países en desarrollo y los productores de productos básicos que operan en el sistema comercial mundial.

Pequeños riachuelos forman grandes ríos

Mientras tanto, los pequeños agricultores de los países en desarrollo, que producen algunas frutas y bebidas de mayor demanda en el mundo, siguen recibiendo pocos céntimos por productos cuyo precio se cifra en dólares en los países ricos. Peor aún, sus ingresos fluctúan drásticamente de una temporada a otra, y a veces de un día a otro, en función de los precios de los productos básicos. La competencia contra otros productores en los períodos de caída de los precios puede redundar en el empobrecimiento de todos, a escala mundial.

En contextos como éste surgió el otro concepto de comercio justo, mucho más conocido y sinónimo de un movimiento que este año cumple 60 años. Se trata del conjunto de iniciativas de etiquetado, comercialización y promoción cuyo objetivo radica en que los productores de países en desarrollo reciban una parte equitativa del precio pagado por los consumidores. Veamos como se inscribe este movimiento alternativo en el marco del desarrollo del comercio.

Mediante el comercio justo, los productores suelen obtener precios que superan hasta en 25% o 30% los del mercado abierto. En realidad, sólo el sello Fairtrade (certificación de la Organización Internacional de Etiquetado de Comercio Justo - FLO) fija precios mínimos. La mayoría de los demás acuerdos se limita a indicar que los productores reciben “precios justos” que les aseguran un ingreso digno y la financiación sostenible de los costos de producción (Fair Trade in Europe 2005).

Según la Fair Trade Federation, con sede en Estados Unidos, las ventas por este nuevo canal no llegan al 0,1% de todo el comercio internacional de bienes.

¿Qué impacto puede tener un comercio tan modesto? ¿Sobrevivirá a la competencia de los grandes distribuidores? La FLO señala que hay productos de comercio justo (es decir, aquellos distribuidos por todos sus operadores) en 55.000 supermercados de toda Europa y que conquistaron partes de mercado importantes en países como Suiza, donde 47% de los plátanos, 28% de las flores y 9% del azúcar llevan etiquetas de comercio justo. En el Reino Unido, cuyo mercado es ocho veces mayor que el suizo, los productos etiquetados “comercio justo” representan el 5% de las ventas de té, 5,5% en el caso del plátano y 20% en el del café molido”.

A pesar de lo reducido de algunas de sus partes de mercado, el comercio justo está creciendo rápidamente. Según la FLO, las ventas en Europa aumentaron a razón de una media anual de 20% desde 2000, alcanzando una cifra de negocios anual al por menor que supera los €660 millones: más del doble que hace cinco años.

Quince países europeos acogen iniciativas de etiquetado de comercio justo; los productores están integrados en unas 3.000 organizaciones locales, agrupadas en entidades federativas de más de 50 países en desarrollo. Además del café, los plátanos y otras frutas y verduras, en esta corriente se comercializan productos artesanales.

Europa absorbe la mayor parte (60%–70%) del comercio justo. Según las organizaciones importadoras, el 26% de sus ventas se origina en África, 40% en Asia y 34% en América Latina.

El impacto del comercio justo va más allá de sus partes de mercado. Sus promotores también se esfuerzan por lograr que los consumidores se adhieran a objetivos de desarrollo que no dependen de las soluciones del mercado tradicional. En el último informe europeo, Fair Trade in Europe 2005, se indica que el comercio justo ha llegado a ser mucho más que un segmento de mercado para consumidores concientizados de países del Norte. Hoy, se está imponiendo en canales de distribución tradicionales y cada vez más consumidores, autoridades públicas e incluso empresas privadas reconocen que es un medio eficaz para erradicar la pobreza e impulsar un desarrollo sostenible.

Sus detractores disienten, pero llegan a admitir que puede ser eficaz para el avance de algunos sectores minoritarios de productores. En todo caso, les permite exportar hacia mercados especializados. Para los profesionales del desarrollo del comercio, los operadores del comercio justo son aliados potenciales en la creación de competencias de exportación indispensables en los mercados mundiales.

Este movimiento también debería interesar a los poderes públicos, pues como fuerza política, tiene una influencia mucho mayor de lo que se podría pensar en función de las estadísticas de comercio internacional. Sus campañas suelen denunciar los costos sociales y ambientales que los militantes de la antiglobalización imputan a los mercados abiertos. En las reuniones ministeriales de la OMC, los partidarios del comercio justo se sumaron a las protestas contra los actuales mecanismos de negociación comercial. Dicho esto, muchos aceptan plenamente las realidades del mercado y rechazan todas las formas de proteccionismo disfrazado (ver la entrevista de Paola Ghillani).

¿Cómo funciona el comercio justo?

Sus organizaciones utilizan cinco herramientas para contribuir al desarrollo.

  • Sobreprecios. A veces, los productos de comercio justo son más caros que los del comercio tradicional. Parte de la diferencia se destina a mejorar las condiciones de trabajo de las comunidades de productores.
  • Certificación y etiquetado. Normas para mejorar la calidad del producto, condiciones laborales, sostenibilidad medioambiental, desarrollo empresarial y capacitación. Las etiquetas europeas (Max Havelaar, TransFair, Fairtrade Mark y Rättvisemärkt) están coordinadas por la FLO.
  • Microcrédito. Ayuda a pequeños productores para iniciar proyectos de comercio justo.
  • Apoyo técnico. Desarrollo empresarial, información comercial, asesoramiento en normas de calidad, capacitación en nuevas técnicas, etc.
  • Promoción. Importante factor de mercadotecnia para el comercio justo, procura incluir la marca y su mensaje en cada embalaje. También es ventajosa para los minoristas, que buscan consumidores de productos especializados, que estén dispuestos, por ejemplo, a pagar un poco más por un café que retribuye a los productores un precio justo.
No se trata de apelar a la caridad. Según algunos operadores, el comercio justo es económicamente viable, ya que propone productos de alta calidad medioambiental, en muchos casos, al mismo precio que el mercado tradicional.

Los pro y los contra del comercio justo

Ventajas para el desarrollo según sus partidarios

  • Los productores logran llevar una vida decorosa, adquieren competencias técnicas y obtienen acceso al crédito, asistencia técnica e información de mercados, formación sobre comercio y experiencia en exportación.
  • Los mejores precios para el productor no se repercuten en el consumidor, ya que las organizaciones de comercio justo suprimen los intermediarios al gestionar todas las operaciones: producción, distribución y venta.
  • La gente aprende a consumir de forma racional.
Según sus adversarios, el comercio justo se propone como panacea a los problemas del desarrollo. Esto puede confundir a los estrategas que consideran la posibilidad de asociar el comercio justo a sus iniciativas de desarrollo. Veamos algunas críticas.

  • Las partes de mercado son demasiado pequeñas para tener un impacto notable en el nivel de vida general de los países en desarrollo. Aunque aumentaran, se estima que, como máximo, sólo 20% de los consumidores estaría dispuesto a pagar más por esos productos, lo que limita sus posibilidades de expansión.
  • La oferta de más productos básicos a bajo precio en unos mercados saturados hace olvidar las verdaderas necesidades del desarrollo: diversificar las exportaciones y añadir valor para acabar con la dependencia de los productos básicos y la artesanía o encontrar nuevas soluciones sociales para las comunidades apartadas cuya viabilidad económica es incierta.
  • Una ayuda más eficaz a los países pobres sería que los mercados ricos comprasen un mayor volumen de sus productos a precio normal.
  • Aunque las organizaciones de etiquetado eliminan a los intermediarios, los ahorros no siempre vuelven en su totalidad a los agricultores. El comercio justo tiene gastos elevados y constantes de publicidad y educación del consumidor. Los altos costos de marketing absorben parte del sobreprecio que debería beneficiar a los productores.
  • Los minoristas pueden abusar de la conciencia social del consumidor. En The Undercover Economist, Tim Harford, economista del Banco Mundial, cuenta los resultados de un simple análisis de precios en la cafetería de su barrio que ofrecía especialidades de comercio justo: “El sobreprecio de 10 peniques por tacita daba la impresión errónea de ser el monto necesario para remunerar dignamente al productor.” En realidad, según sus cálculos, en los cafés del Reino Unido sólo había que aumentar un penique por tacita para duplicar el ingreso familiar del productor. Esa cafetería terminó por suprimir el sobreprecio.
  • Abundan normativas y criterios, y poco debate fuera de las organizaciones mismas, lo que confunde al consumidor. No todos los operadores son miembros de la FLO (por ejemplo, Rugmark y Clean Clothes Campaign). Las normas pueden abarcar temas tan diversos como condiciones laborales, medidas ambientales y fijación de precios.

Retos para los operadores

Se considera que el futuro es prometedor aunque quedan muchas mejoras por hacer.

  • Los operadores tienen que buscar otras fuentes de crecimiento, ganar credibilidad entre los consumidores mediante un mejor control de la calidad y equilibrar los aspectos empresariales y sociales de sus actividades.
  • Los importadores tienen que cimentar una mayor lealtad de marca para afrontar la competencia, buscar nuevos cauces de expansión al margen de los supermercados y cooperar más entre sí.
  • Las organizaciones de etiquetado tienen que gestionar su rápido crecimiento, que al parecer proseguirá, y buscar formas innovadoras de cooperación con las multinacionales, habida cuenta del gran interés de éstas por el etiquetado de comercio justo, pero sin dejar de criticar las prácticas comerciales tradicionales. Asimismo, tienen que lograr un equilibrio entre la estandarización y la reglamentación excesiva por parte de las entidades oficiales del comercio justo. 
 


Sitios web sobre comercio justo

  • Mandat International
  • Fairtrade Labelling Organizations International
  • European Fair Trade Association
  • Fair Trade Federation
  • Shared Interest
  • Traidcraft
  • Max Havelaar
  • Ethical Trading Initiative, Reino Unido
  • Fair Wear Foundation, Países Bajos
  • Collectif de l’Ethique sur l’étiquette, Francia
  • Network of European World Shops
 

Aportes de: Natalie Domeisen, Prema de Sousa, Marija Stefanovic y Alexander Kasterine, del CCI.

También se consultaron diversos textos preparados por la Sección de Análisis de Mercados y el Programa de Reducción de la Pobreza a través de las Exportaciones, del CCI.


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