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    Artículo de opinión: La tecnología por sí sola no basta

    Kentaro Toyama, Investigador, Facultad de Información, Universidad de California, Berkeley
    abril 01, 2011

    La información y la comunicación son fundamentales para el comercio. En términos generales, los compradores deben comunicarse con los vendedores y ambos deben tener información sobre productos y precios; además, cualquier negociación requiere una comunicación de información selectiva. De ahí que las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) ocupen un lugar destacado en los debates sobre la ayuda para el comercio. Ahora bien, aunque las TIC pueden ser muy útiles en diversos contextos empresariales, rara vez crean por sí solas un cambio significativo. Centrarse en el papel de la capacidad humana e institucional sigue siendo indispensable.

    Un conocido ejemplo de TIC para el desarrollo es el proyecto e-Choupal1 que lleva a cabo la ITC (ex Indian Tobacco Company), conglomerado agrícola de la India. En la mayoría de las descripciones mediáticas de ese proyecto, se dice que pueblos agrícolas reciben un PC y la conexión por satélite a Internet, pagados por la ITC y utilizados en un hogar local. Los agricultores utilizan la conexión en línea para cotejar precios, informarse sobre prácticas agrícolas y cursar pedidos de semillas y fertilizantes. Con el correr del tiempo, aprenden a vender directamente a la ITC y ambas partes se benefician de la eliminación de costosos intermediarios.         

    El proyecto tuvo una buena acogida general y obtuvo los premios Development Gateway Award y Stockholm Challenge Award, galardones internacionales que recompensan usos innovadores de TIC para el desarrollo. La empresa se precia de ello y siempre habla del proyecto en términos de TIC.

    No obstante, una inspección más minuciosa revela una realidad completamente distinta. Cuando visité un e-Choupal cerca de Bhopal en 2004, el PC llevaba meses apagado y, desde luego, los agricultores no estaban aprendiendo nada en línea. Aun así, vendían directamente a la ITC. Entonces descubrí que además de los e-Choupal, la ITC construye modernas estaciones comerciales a pocos kilómetros de los pueblos que son tripuladas por personal de la empresa y disponen de balanzas industriales, depósito de mercancías y espacio para oficinas. Los agricultores van allí para que sus cosechas sean evaluadas y un rato después parten con su dinero en mano. En comparación con intermediarios corruptos, que suelen aplicar la agresiva estrategia de negociación que consiste en hacerles esperar días, las estaciones de la ITC son un alivio bien recibido.

    Cabe señalar que lo que cuenta no son las computadoras sino las estaciones comerciales y su eficiencia corporativa. En sus oficinas se usan computadoras, pero solo para la contabilidad diaria; lo mismo sucede con los PC de los e-Choupal, si los agricultores no tuvieran acceso a dichas estaciones, tal vez, no verían beneficio alguno. Por el contrario, aunque el PC de un e-Choupal no se utilice, como en el pueblo que visité, los agricultores siempre se beneficiarán de las estaciones. Es revelador que en 2007, la ITC dejara de instalar computadoras en los pueblos

    El proyecto e-Choupal es notable por el abismo que media entre la percepción pública del mismo y lo que ocurre en el terreno. La ITC merece crédito por sus estaciones comerciales, pero aquellos relatos en que se sobrevaloran las TIC dan una falsa idea de lo que se puede lograr con la tecnología y dejan la impresión de que ofrecen cantidad de soluciones a complejos problemas de comercio y desarrollo, cuando lo más indicado es considerar la tecnología como una herramienta que ha de manejar un usuario hábil. La tecnología magnifica la intención y la capacidad humanas e institucionales. Su impacto es multiplicador, no aditivo. En situaciones donde la intención es negativa (burócratas corruptos) o la capacidad ínfima (comunidades con muy poca instrucción), la tecnología por sí sola no tendrá una incidencia positiva.

    Por lo tanto, la conexión a Internet no basta para garantizar el acceso de los artesanos de un pueblo a los mercados internacionales. También hay que dar una garantía de calidad, disponer de transporte entre el punto de partida y el punto de destino, forjar relaciones con compradores potenciales y gestionar bien la cadena de suministro. Se necesita algo más que una conexión inalámbrica para que la telemedicina rural funcione, ya que también requiere trabajadores de la salud que gocen de la confianza local; apoyo y mantenimiento técnicos, así como hospitales y médicos que presten servicios en zonas rurales. Y mejorar los medios de subsistencia de habitantes de barrios marginales requiere algo más que teléfonos móviles, a saber: formación profesional, ampliación de redes sociales que sean fiables y puestos de trabajo bien remunerados en función de las competencias.

    Cuando las TIC tienen realmente un impacto positivo, éste amplifica las tendencias o instituciones existentes que, por empezar, ya tenían ese impacto. Por ejemplo, en un proyecto denominado Digital Green que ayudé a iniciar en la India, la barata producción de vídeos sobre prácticas agrícolas sirve de base en las sesiones de formación para agricultores. En un estudio piloto, se comprobó que dicho proyecto era 10 veces más eficiente en función de los costos que la tradicional extensión agraria para persuadirles de adoptar nuevas prácticas agrícolas. Ahora bien, habida cuenta de la importancia que reviste la tecnología para Digital Green, el proyecto no puede tener impacto sin asociados que lleven a cabo eficientes programas de extensión agraria. Alguien tiene que organizar a los vecinos, alguien tiene que producir contenidos y alguien tiene que formar y apoyar a los mediadores de las sesiones. La escala del proyecto no se ve limitada por la cantidad de material vídeo que se puede comprar, sino por el número de buenos organizadores de la extensión agraria a escala mundial. Donde tales organizaciones no existen, la tecnología por sí sola es inútil y para que aquella de Digital Green tenga valor, hay que desarrollar la debida capacidad institucional. Divulgar tecnología es fácil, la dificultad reside en alimentar la capacidad humana e institucional.

    Hago dos recomendaciones a quienes consideran las TIC en el ámbito de la ayuda para el comercio. La primera es que se centren en lo fundamental, pues no hay atajos para establecer sanos mercados y asociaciones comerciales. Es preciso nutrir el capital humano, forjar relaciones de confianza y crear cadenas de suministro, eslabón por eslabón. Aunque las TIC pueden desempeñar algún papel en esas actividades, es improbable que sea el dominante, nada más que aquello que los servidores de procedimientos internos de una empresa exitosa hacen que sea rentable. En particular, es improbable que una iniciativa basada esencialmente en las TIC resuelva por sí sola un complejo problema social o institucional.

    La segunda es que si han de usar TIC, busquen tendencias u organizaciones de reconocido impacto en el comercio y el desarrollo para luego diseñar una tecnología que lo amplifique. Huelga decir, que el funcionamiento de la tecnología además de un buen diseño requiere recursos operativos y esfuerzos constantes, precisamente lo que pueden ofrecer personas e instituciones capaces y bien intencionadas.

    La tecnología puede hacer grandes cosas, pero solo si se combina con una intención y una capacidad humanas positivas.  

    1 Choupal significa lugar de reunión en hindi.

    issue 01 2011 opinion piece photo
    Kentaro Toyama durante una charla con agricultores de Mbale, Uganda. © Kentaro Toyama
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