Innovar significa mucho más que tener ideas ingeniosas. Para que la innovación rinda los frutos esperados, debe beneficiar tanto a la empresa como a sus clientes y ser reproducible y sostenible.
Tal es la teoría, pero la práctica es mucho más difícil. En esencia, por innovación entendemos un proceso de cambios que afecta a los clientes y a las empresas, y la cultura es uno de sus factores más significativos, especialmente en el campo de las exportaciones. Cada cultura adopta un enfoque propio y diferente en relación a la tecnología, los riesgos, los estilos de comunicación, el grado de control y otros elementos necesarios para que las innovaciones se arraiguen sólidamente.
Por ende, nos hemos concentrado en algunas cuestiones fundamentales, como las diferencias culturales, gestión del cambio, formación y evaluación del personal, listas de verificación, conceptos, ejemplos y tendencias, en la perspectiva de estimular la concepción de nuevas prácticas en materia de innovación. El déficit por colmar es considerable, pues hay muy pocos estudios sobre las tendencias de innovación en los países en desarrollo y en transición, sobre todo en la exportación de servicios.
Y como siempre, esperamos con sumo interés las opiniones que tengan sobre este tema y sobre otros que quieran ver tratados en nuestras páginas en el futuro.