Estamos en abril de 2002. En una gran sala de reunión de la capital, unos 20 líderes empresariales, universitarios y directivos de asociaciones industriales dialogan con altos funcionarios del Ministerio de Comercio. El Director General de Comercio acaba de hacer algunos comentarios sobre la Conferencia Ministerial de la OMC en Doha, que han sorprendido a los empresarios.
Al responder a una pregunta, admite que no conocía los motivos de algunas de las decisiones incluidas en la Declaración de Doha. Explica que la delegación oficial a Doha, poco numerosa, no pudo asistir a más de dos sesiones de negociación simultáneas, y por ende estuvo ausente en muchas discusiones de temas importantes. “No pudimos hacer otra cosa”, reconoce.
Algunos de los presentes se muestran desconcertados. “Esto es inquietante”, dicen. En las negociaciones comerciales de la OMC se juegan algunas cuestiones de peso: contingentes para los textiles, medidas antidumping respecto del acero, presiones en favor de la concesión de licencias a compañías de seguros extranjeras, etc. “¿No podría la delegación haberse organizado un poco mejor?”
“Tal vez”, dice el Director General. Y tras una pausa recalca: “Pero llevar más gente a las reuniones – en el supuesto de que pudiéramos sufragar los costos – no resolvería forzosamente el problema.” Su mirada cruza la del Presidente de la Cámara de Industria, y prosigue. “Constantemente tratamos de encontrar recursos para capacitar a otras personas. Ahora bien, incluso si – por milagro – tuviésemos más delegados para cubrir todas las sesiones, no tendríamos el nivel de preparación ideal.” Ahora mira al Presidente del Consejo Nacional de la Manufactura, y luego, al Director de la Asociación de Industrias Textiles.
“Durante varias semanas antes de la reunión ministerial les pedimos a ustedes ayuda y asesoramiento. Casi no hubo respuesta. Días antes de marcharnos, recibimos unas tres páginas de observaciones de la Cámara de Industria y una carta del Consejo Nacional de la Manufactura, cuyas recomendaciones eran – como ustedes seguramente saben – contradictorias. Aunque llamé por teléfono a varios de ustedes, no hubo casi tiempo para bosquejar una postura nacional antes de la reunión. Felizmente, la Asociación de Industrias Textiles estuvo representada en la delegación oficial; de lo contrario, no hubiésemos tenido ningún aporte de su parte.”
“Valga criticar al Ministerio”, dice el Director General, “pero a ustedes también les incumbe parte de la responsabilidad”.
Dificultades para participar en las negociaciones de la OMC
La situación descrita no es imaginaria..., y podría haberse dado en muchas capitales a inicios de este año.
Para muchos países, la participación en las negociaciones de la OMC presupone grandes dificultades. Los recursos necesarios son considerables, la evaluación de las distintas opciones sobre políticas es compleja, y también lo son las consultas con las empresas, los organismos públicos y la sociedad civil.
La mayoría de los gobiernos se apoyan cada vez más en la comunidad empresarial cuando se trata de contribuir a maximizar las oportunidades comerciales nacionales.
Es cierto que el apoyo de las empresas al fomento del comercio puede derivar hacia actividades tradicionales de “lobbying” a favor de sus propios intereses, sobre todo mediante el proteccionismo comercial. Pero la movilización de las empresas da un salto cualitativo notable cuando éstas son representativas de todos los sectores económicos del país y se unen a funcionarios y círculos académicos para analizar los problemas y oportunidades del comercio.
Las decisiones que aseguran la protección de un sector suelen implicar mayores costos o menos oportunidades para otro. Por ello, cuando los representantes de distintos sectores se reúnen para discutir sobre el potencial del comercio, tienden a apoyar una mayor apertura de los mercados y una participación nacional más dinámica en los foros de la OMC, es decir, las opciones que a su juicio resultarán más útiles para la mayoría.
El fomento del comercio por las empresas – especialmente cuando su movilización reposa en una amplia red de distintos sectores – puede ayudar a elevar las expectativas y los resultados del sistema mundial de comercio. Las empresas pueden incorporar su perspectiva comercial a las negociaciones, asegurando así que de las conversaciones intergubernamentales surjan reformas normativas realmente beneficiosas para los mercados, los importadores y los exportadores.
Sin embargo, las empresas necesitan ayuda para abrirse paso en la creciente complejidad del sistema internacional de comercio. Les hace falta una información que responda a sus preocupaciones sobre los mercados y el impacto de las normativas comerciales. Es en este campo donde el programa World Tr@de Net del CCI ofrece un respaldo único al desarrollo de capacidades empresariales e, indirectamente, a la promoción del comercio en cada país.
Una red muy singular
La World Tr@de Net ayuda a las empresas a utilizar los medios que tienen a su alcance para comprender mejor el sistema mundial de comercio. Este programa tiene dos objetivos. Primeramente, las empresas que entiendan el sistema normativo comercial estarán en buenas condiciones para identificar las oportunidades y retos comerciales, y podrán planificar mejor su propio crecimiento. En segundo lugar, las empresas y las organizaciones empresariales que comprendan el sistema comercial podrán contribuir a formular las estrategias comerciales de sus países, y también las posiciones que éstos defenderán en las negociaciones de la OMC.
Las redes nacionales de la World Tr@de Net son un medio muy eficaz y poderoso para difundir información. El CCI respalda y facilita la acción de las redes nacionales, tanto en la etapa de “despegue” como en su crecimiento y expansión. Este respaldo incluye medios de financiación e información (en particular, publicaciones y asesoramiento de expertos). Pero son los propios miembros quienes aportan los esfuerzos esenciales de comunicación, enseñanza, desarrollo de las actividades y captación de nuevos adherentes para la red. Varias redes que en su reunión inaugural acogieron a unas decenas de interesados han llegado a contar con cientos de adherentes.
Peter Gallagher, ex negociador comercial australiano, es consultor del programa World Tr@de Net del CCI (). Este artículo se inspira en su experiencia en el marco de las actividades de la World Tr@de Net.
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