Los gobiernos negocian los acuerdos comerciales, pero son las empresas las que comercian. Por ende, ambos son asociados naturales cuando se trata de preparar y poner en práctica las estrategias de negociación y los acuerdos resultantes. Esta colaboración es determinante para cosechar los beneficios del sistema multilateral de comercio, y está cobrando cada vez más fuerza, especialmente en los países en desarrollo y en transición. Esto obedece a tres causas:
- El sector empresarial está experimentando los efectos de los cambios en el sistema comercial.
- Los negociadores comerciales reconocen cada vez más la necesidad de incluir al sector empresarial en la planificación de las negociaciones.
- Las autoridades y las empresas hacen esfuerzos para comunicarse y dialogar.
Iniciativas estatales
La actitud de los gobiernos y la administración pública ha cambiado desde los días en que las negociaciones comerciales interesaban sólo a unos pocos expertos, aislados en pequeñas oficinas de los Ministerios de Comercio cuando no asistían a frecuentes reuniones en Ginebra. Hoy, en casi todos los países en desarrollo, las negociaciones son una preocupación central de varios ministerios y agencias. La práctica que consistía en tratar los temas de política comercial entre burócratas ha sido sustituida por el “modo consultivo” de los debates públicos y el diálogo con las empresas, incluso en países que no los practicaban antes. Los gobiernos están cobrando conciencia de las ventajas de contar con el sector empresarial a la hora de diseñar las estrategias de negociación: mejor formulación, mayor responsabilización y garantía de aplicación de los acuerdos.
Papel de las empresas
El sector empresarial comprende cada vez más el papel que le incumbe, y lo está asumiendo. Hasta los pequeños y medianos empresarios conocen la importancia de mantenerse al corriente de la evolución del contexto comercial multilateral. El gran número de acuerdos suscritos y la variedad de los temas tratados, junto con los efectos de la globalización, han acortado el tiempo que transcurría entre la concertación de los acuerdos y su verdadero impacto en los negocios cotidianos. Las empresas están dándose cuenta de que, para aprovechar las nuevas oportunidades y prepararse para nuevos retos, tienen la necesidad, el derecho y la responsabilidad de contribuir al proceso de negociaciones.
A lo largo de los años, las actitudes y funciones de la empresa han sido las siguientes:
Actitud
- Desinterés – “Las negociaciones comerciales no influyen en mí. No tengo tiempo para tratar de entender lo que los diplomáticos hacen en Ginebra.”
- Interés de observador – “Al parecer, están ocurriendo cosas interesantes. Tal vez debería informarme al respecto.”
- Participación – “Algunas de estas decisiones pueden ampliar el campo para mis operaciones comerciales y abrir los mercados. Pero debería averiguar más en detalle si alguna de ellas puede perjudicarme.”
Papel
- Consultivo – “Me complace que el gobierno me informe y me consulte sobre lo que está haciendo.”
- Participativo – Estoy en condiciones de proponer argumentos y mi punto de vista a los negociadores que preparan su estrategia.”
- De promoción activa – “Mis propios estudios y análisis muestran que es posible conseguir ventajas en algunos ámbitos y evitar algunas amenazas. Debería informar a las autoridades y convencer al equipo gubernamental de tener en cuenta estas consideraciones al negociar.”
Cómo lograr la promoción activa
Los avances en este campo dependen de varios factores.
En primer lugar, para que exista un diálogo se necesita un mecanismo de participación de los interlocutores adecuados. Podría tratarse de las reuniones regulares de la comisión comercial, de comités consultivos con representantes de las empresas, o de consultas con las comisiones de productos básicos, asociaciones de fabricantes y exportadores, cámaras de comercio y organizaciones no gubernamentales más importantes.
En segundo lugar, para que este diálogo sea fructífero, el sector privado debería poder aportar conocimientos pertinentes. A menudo, las contribuciones del sector privado son limitadas, dado que no conoce bien los problemas y procesos y carece de la capacidad para producir materiales analíticos.
Por último, para que el proceso consultivo se convierta en un proceso participativo, y en definitiva en promoción activa, hace falta una asistencia técnica bien dirigida y adaptada a las circunstancias del sector empresarial. Los empresarios necesitan información sobre los acuerdos concluidos, sobre las materias aún objeto de negociación y sobre las repercusiones que estas materias tendrán para las empresas. Finalmente, deben aprender a analizar el impacto que podrían tener para las empresas las distintas hipótesis y plantear sus conclusiones a los negociadores.
Ofrecer plataformas apropiadas para el diálogo, favorecer su funcionamiento y entregar a las empresas la información y las calificaciones que les permitan pasar de un papel consultivo a un papel participativo, y luego a la promoción activa, deberían ser los elementos esenciales del programa de asistencia técnica en el contexto del Programa de Doha para el Desarrollo.
R. Badrinath es Director de la División de Servicios de Apoyo al Comercio, del CCI. Entre las responsabilidades de la División figuran el programa World Tr@de Net y otras actividades relacionadas con el sistema multilateral de comercio ().
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