Los miembros de la Asociación Estadounidense de Importadores de Textiles y Prendas de Vestir (USA-ITA) reconocen el fantástico potencial comercial que se liberará al desaparecer los contingentes, pero también les inquietan las incertidumbres respecto de los cambios que se sucederán a contar de enero de 2005. Desde la perspectiva de los importadores de Estados Unidos, aún hay muchas preguntas sin respuesta sobre las repercusiones de la eliminación de los contingentes, por lo que resulta difícil hacer planes para el futuro.
Dado que los textiles siguen teniendo una fuerte carga política en Estados Unidos, la elección presidencial de 2004 es un factor más de incertidumbre. No cabe duda de que los candidatos harán promesas a la industria textil nacional, las que se llevarán a la práctica en 2005.
Entre las preocupaciones de la USA-ITA se destacan las siguientes:
- la posible aplicación de medidas de salvaguardia contra mercancías fabricadas en China;
- la posible aplicación de medidas antidumping y derechos compensatorios;
- la complejidad de las normas y obligaciones que intervienen al hacer negocios en países a los que da un trato preferencial, ya sea unilateral o pactado, y
- el impacto de los costos inherentes a la eliminación de los contingentes. ¿Podrían agravar la deflación de precios o abrirían una oportunidad para introducir productos de mejor calidad, a precios capaces de mantener sus niveles anteriores?
La salvaguardia contra los textiles chinos
China logró incorporarse al proceso de eliminación progresiva de contingentes en que participan los demás Miembros de la OMC. En contrapartida, debió aceptar la posibilidad de que se le aplicasen nuevos contingentes sobre productos ya integrados, hasta finales de 2008.
Esto no significa forzosamente que la totalidad de los textiles y prendas de vestir chinas vaya a quedar sujeta a contingentes hasta esa fecha: las decisiones se adoptarán en función de cada caso. Con todo, según la forma en que los Estados Unidos apliquen esta salvaguardia a nuevos contingentes, los productos más afectados podrían ser los que más dependen de la importación.
Hasta ahora, la industria nacional de Estados Unidos ha focalizado las medidas de salvaguardia en cinco productos ‘integrados’: maletas de material sintético, sostenes, guantes, batas y tejidos de punto.
El trato que se dé a estos productos este año tal vez sirva de indicación de lo que pasará en el futuro, y de si otros países serán efectivamente protegidos.
Medidas de castigo
Los miembros de la USA-ITA están algo más tranquilos ante la profusión de medidas antidumping y antisubsidios, y creen que habrá menos acusaciones de comercio desleal contra las importaciones de prendas de vestir que contra las de hilos, tejidos y artículos confeccionados, como ropa de cama y toallas. Al quedar pocos fabricantes de prendas de vestir en Estados Unidos, parece haber menos riesgo de que se inicien procedimientos de esa índole.
Además, la tramitación judicial de los casos sobre medidas antidumping (AD) y derechos compensatorios (DC) es cara, ya que las costas a cargo de los solicitantes pueden exceder fácilmente de US$ 500.000 debido a las extensas investigaciones que se deben llevar a cabo. En realidad, cuando se presentan reclamaciones sobre AD o DC, lo más probable es que se denuncie a varios países al mismo tiempo, para evitar que los compradores sustituyan fácilmente a un proveedor por otro.
Dificultades de cumplimiento
A pesar de su importancia y cuantía en este sector, los aranceles son sólo uno de los muchos factores que influyen en el proceso decisorio sobre el aprovisionamiento, de manera que la existencia de acuerdos sobre trato preferencial no basta para que los compradores de Estados Unidos se sientan obligados a tratar con los proveedores de los países parte en dichos acuerdos. Mientras los Estados Unidos persistan en fijar normas que limitan la competitividad de las partes en los acuerdos de libre intercambio, el papel de éstas en las decisiones sobre abastecimiento será probablemente reducido.
Es evidente que los productores de países del hemisferio occidental tienen una ventaja natural en el mercado de Estados Unidos, ya que gracias a su cercanía geográfica pueden reponer rápidamente las existencias vendidas. Estos productores son una fuente importante de ‘mercancías básicas’, distintas de los productos de moda, y pueden aportar una contribución decisiva a las estrategias de reposición. Sin embargo, el interés futuro de estos países como presuntos proveedores preferenciales varía considerablemente según su viabilidad comercial y la practicabilidad de las normas de origen y las responsabilidades de cumplimiento — y los riesgos — que les conciernen. Los miembros de la USA-ITA reclamarán cambios, y en el interín los proveedores no preferenciales podrán conservar un mayor atractivo económico.
A contar de 2005, los grandes importadores y minoristas de los Estados Unidos consolidarán su producción en un número más reducido de países. Con todo, nadie se arriesgará a concentrar sus operaciones en unos pocos países. Los importadores más pequeños afrontarán tal vez la situación más difícil, al verse obligados a negociar con proveedores que practican los precios más bajos, pero plantean los mayores riesgos.
Los factores que han influido tradicionalmente en las decisiones de aprovisionamiento de los importadores de Estados Unidos seguirán constantes: costos, logística, rendimiento de las fábricas, infraestructura (inclusive la cercanía entre las unidades de producción de tejidos y las de prendas de vestir), gestión de la cadena de abastecimiento, estabilidad social y gubernamental, derechos humanos, fiabilidad y relaciones. Se beneficiarán los fabricantes que logren demostrar su capacidad respecto de los factores tradicionales y su preparación para resolver los nuevos problemas, adaptándose con agilidad.
Brenda A. Jacobs () es Asesora Comercial en Washington para la Asociación Estadounidense de Importadores de Textiles y Prendas de Vestir.
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