Su objetivo es apoyar y reforzar los procesos biológicos sin recurrir al uso de abonos sintéticos o de plaguicidas, ni tampoco a la modificación genética de organismos. Por ende, aplica métodos más bien preventivos para controlar las malezas, plagas y enfermedades.
Para asegurar que los productos orgánicos se obtienen efectivamente aplicando los principios de la agricultura orgánica, todo el proceso de producción y manipulación, desde el granjero hasta el consumidor, debe certificarse como “orgánico”. Se entiende por certificación el documento extendido por una entidad debidamente acreditada, en el que se garantiza que el producto calificado de “orgánico” se ha obtenido con arreglo a normas reconocidas de la agricultura orgánica.
La certificación es indispensable para su comercialización internacional. Al entrar en un mercado, los proveedores deben cerciorarse de que sus productos están debidamente certificados según los requisitos de ese mercado. Si se abastecen varios mercados, hay que recordar que las normas sobre productos orgánicos pueden variar, aunque estén basadas en los mismos principios.