Las prioridades de “comercio y crecimiento”, eje central del Programa de Doha para el Desarrollo, son factores esenciales para el logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio de los países en desarrollo y sobre todo de los países menos adelantados (PMA).
La “Ayuda para el comercio” consiste en invertir en los países en desarrollo para que puedan servirse del comercio como motor de crecimiento, desarrollo y reducción de la pobreza. Su finalidad es que estos países adquieran la capacidad de oferta y la infraestructura necesarias para aplicar los Acuerdos de la OMC, beneficiarse de ellos y, en un plano general, aumentar su comercio.
En 12 meses, la Ayuda para el comercio se convirtió en un importante complemento político y económico de las negociaciones que puede contribuir enormemente a liberar el pleno potencial de crecimiento de la ronda de Doha.
Un factor que complicó la conclusión satisfactoria de las negociaciones comerciales es la evolución de las reacciones que la globalización suscita en distintas partes del mundo. Hoy, el aumento global del ingreso no es lo único que importa. También cuenta saber a quiénes beneficia ese aumento, y de qué manera. Políticamente, no podemos dejar que el único árbitro de los beneficios de la liberalización comercial sean las fuerzas del mercado.
Debemos disipar las inquietudes por el costo del ajuste y las limitaciones de capacidad y oferta de los países en desarrollo y los PMA. Cuando los recursos nacionales o la acción del sector privado sean insuficientes, tendremos que esforzarnos por proponer una respuesta internacional eficaz.
La Ayuda para el comercio es indisociable de Doha
Por todo esto, la Ayuda para el comercio es esencial para el éxito de las negociaciones de Doha. En Hong Kong, los ministros de comercio me encomendaron, junto con un grupo de trabajo formado por gobiernos miembros, hacer recomendaciones sobre la forma de conseguir más recursos financieros para la fase operativa de la iniciativa Ayuda para el comercio.
Esta iniciativa seguirá avanzando, pese a la suspensión temporal de las negociaciones. Consideramos que disponer de un amplio conjunto de medidas de ayuda es una necesidad en sí misma y, a la vez, un factor esencial para el éxito de las negociaciones.
En el marco de la iniciativa, la OMC se ocupa esencialmente de promover la obtención de recursos adicionales y mejorar la coordinación multilateral, así como la nacional en el caso de los países beneficiarios. No se prevé que la OMC asuma funciones de asistencia directa para el desarrollo.
Por consiguiente, la promoción se lleva a cabo con los ministros de comercio y de hacienda y sus funcionarios, a fin de alentarles a realzar la imagen nacional de los objetivos de comercio y crecimiento, incorporar esos objetivos en los programas nacionales de desarrollo y servirse de las mejores prácticas de la asistencia oficial al desarrollo (AOD) cuando presenten sus necesidades en relación con el comercio y pidan apoyo internacional.
Dicha promoción también se extiende a los ministros de fomento y sus funcionarios, para alentarles a dar respuestas bien coordinadas y generosas a los proyectos sobre comercio, en consonancia con las necesidades de los países en desarrollo y los PMA.
Prueba del éxito: Una mejor capacidad de comerciar
Consideramos que el indicador de nuestro éxito colectivo en la Ayuda para el comercio no debería ser únicamente la integración del comercio en los planes nacionales de desarrollo y que también habría que incluir la mayor capacidad de los países en desarrollo de transformar las oportunidades derivadas de la apertura de los mercados en un aumento de las corrientes de intercambio comercial de bienes y servicios.
El CCI cumple un papel reconocido en este campo. Sus actividades con el sector privado, preparando a las empresas para competir en el plano internacional, son cruciales para lograr que las negociaciones de Doha redunden en beneficios para los países en desarrollo.
Mayor cooperación
Tengo la convicción de que hay una voluntad firme y amplia de incrementar la Ayuda para el comercio en el contexto de las previsiones de aumento de la AOD. Estamos cooperando estrechamente con entidades reconocidas en los planos bilateral, regional y multilateral, a fin de conseguir que la iniciativa Ayuda para el comercio sea operativa y satisfactoria. Sé que puedo seguir contando con el apoyo de mis colegas del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y los bancos regionales de fomento.
Hay amplia coincidencia en que no podemos seguir repitiendo las viejas pautas de la ayuda para el comercio. No se trata de sustituir o copiar los mecanismos existentes, sino de focalizarlos, aumentar su eficiencia y ajustarlos a la obtención de resultados mensurables. Junto con la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos buscamos soluciones que permitan mejorar la efectividad de la Ayuda para el comercio, en particular, mediante nuestra base de datos común sobre asistencia técnica y asistencia para el desarrollo en relación con el comercio.
A fin de promover la integración regional y mundial y poner la apertura del comercio al servicio del desarrollo es preciso cumplir con diversas prioridades. Las necesidades de cada caso sólo pueden determinarlas los propios países, en colaboración con los interlocutores nacionales, en especial, el sector privado y sus asociados en el ámbito del desarrollo. La “responsabilización” no debería ser un mero término de moda, sino un requisito indispensable de la eficacia de la Ayuda para el comercio (véase Ayuda para el comercio, Podemos hacerlo mejor).
La Secretaría de la OMC ya está reflexionando sobre la forma de utilizar sus propios mecanismos internos para supervisar la iniciativa Ayuda para el Comercio. Tenemos que impulsarla, aprovechando la dinámica que existe a pesar del estancamiento actual de las negociaciones. Aunque no depende del desenlace de Doha, el aumento de la Ayuda para el comercio multiplicará su impacto si coincide con una apertura sustancial de nuevas oportunidades de mercado y la adopción de nuevas reglas para facilitar el comercio.