El CCI habla de los retos del desarrollo del comercio
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La expansión del comercio es un medio eficaz para desarrollar las economías nacionales y reducir la pobreza. El mundo globalizado de hoy ofrece nuevas oportunidades comerciales, pero al mismo tiempo expone a los países a una competencia mucho más intensa. Confrontados a nuevas dificultades, algunos no saben a quién pueden recurrir para obtener apoyo. Y prestarles ayuda en la esfera de los intercambios mercantiles es precisamente la función que incumbe al Centro de Comercio Internacional (CCI).
Los métodos tradicionales de competitividad no están adaptados a la empresa moderna.
El actual proceso de globalización de la economía está eliminando las barreras a la exportación.
La supresión de los obstáculos al comercio, la baja de los costos del transporte, las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, las migraciones internacionales y la fluidez de las inversiones abren nuevas perspectivas de negocio y llevan empresas bien capacitadas a los nuevos mercados.
Al mismo tiempo, se observa una rápida transformación de los productos y servicios, así como de su demanda.
Junto con las nuevas oportunidades, surgen nuevos problemas: no quedarse a la zaga de la rápida innovación de productos y servicios; librar duras guerras de precios que obligan al productor a deshacerse de procedimientos ineficaces y transforman sus relaciones con los proveedores; responder a exigencias de calidad cada vez más estrictas, que excluyen de los mercados a quienes no logran cumplirlas, y afrontar a nuevos competidores en el frente interno, al aumentar las importaciones o la implantación de multinacionales.
Según el CCI, ser competitivo es producir bienes y servicios competitivos y disponer de medios para exportarlos. La creación de una capacidad de oferta no es espontánea, sino que exige una reorientación completa, más allá de la promoción de las exportaciones ya colocadas en los mercados extranjeros. En cambio, los países necesitan impulsar el desarrollo de las exportaciones y buscar competitividad “al interior de las fronteras”, en vez de seguir la perspectiva tradicional, centrada en el exterior. Por ende, tienen que ayudar a sus empresas a innovar, asegurar el abastecimiento de los nuevos mercados, forjar relaciones con nuevos interlocutores comerciales y prever las nuevas oportunidades.
Se complementan así los métodos clásicos para elevar la competitividad, basados en la macroeconomía (“depreciar los tipos de cambio”), la microeconomía (“reducir la tramitación burocrática”), las ventajas comparativas (los recursos naturales, costos laborales reducidos y disponibilidad de capitales), o el acceso a los mercados, en particular para los productos agrícolas que comercializan muchos países en desarrollo.
Las empresas necesitan ayuda para procesar una masa sin precedentes de información sobre mercados, comprender sin demora cuáles son los campos con potencial, como el comercio Sur?Sur o los servicios, perfeccionar su uso de la tecnología y cumplir las nuevas normas medioambientales y de otra índole. Asimismo, les hacen falta sistemas jurídicos y financieros modernos, normativas favorables a la empresa y regímenes comerciales abiertos, que les ayuden a captar asociados comerciales e inversores. Por último, para ser de veras competitivas, necesitan encontrar soluciones a los
déficit en materia de transporte, conectividad, salud y educación.
Soluciones
Estrategias de competitividad. Con la ayuda de asociados de peso, se trata de formular estrategias para lograr competitividad a nivel nacional, sectorial y de empresa.
Mejorar la capacidad de oferta. Ofrecer mejores servicios de apoyo comercial a las empresas y construir capacidades en campos básicos, como la información comercial, financiación, calidad, legislación, gestión, compras y comercio electrónico.
Formación. Alentar la formación permanente y adquirir y adaptar las destrezas de exportación de los asociados comerciales más avanzados y los emigrantes de retorno.
Comercio Sur-Sur. Estudiar las posibilidades de integración y establecimiento de vínculos de exportación con empresas de otras regiones en desarrollo.
Aporte del CCI
Todos los programas y servicios del CCI tienen por objeto potenciar la capacidad de oferta y mejorar la competitividad.
Creación de capacidades y formación. Entre los programas e instrumentos del CCI figuran los siguientes: fortalecimiento de las instituciones encargadas de los centros de información comercial, la financiación del comercio, los embalajes, la calidad y otras materias; formación para compradores, consejeros empresariales (Sistema de Administración de Empresas), exportadores de servicios, proveedores de crédito y otros profesionales; asistencia de expertos para sectores como los textiles y la confección, industrias creativas, especias, etc.
Desarrollo de estrategias. El Foro Ejecutivo sobre Estrategias Nacionales de Exportación, que propone modelos y módulos sobre “mejores prácticas”, y la asistencia en la formulación de estrategias de fomento de las exportaciones sectoriales para productos artesanales, café, productos orgánicos, madera, etc.
Información y análisis comerciales. Los TradeMaps, que analizan los flujos comerciales; el acceso en línea a fuentes de información por medio del Centro de Referencia e Información Comercial; el Servicio de Noticias sobre Mercados; la revista Forum de Comercio Internacional; los boletines sobre calidad, financiación y embalaje de exportaciones; y La Clave del Comercio. Entre los instrumentos de evaluación comparativa y diagnóstico figuran los Fitness Checkers, sobre preparación para la exportación; el Competitive Edge, que identifica ventajas y debilidades; y el Trade Support Index, que ayuda a evaluar los servicios.
Negociaciones comerciales: incorporar a las empresas
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Retos
Las empresas de los países en desarrollo no pueden darse el lujo de ignorar las negociaciones comerciales mundiales.
Los acuerdos comerciales internacionales están remodelando las disposiciones nacionales sobre dónde y cómo hacer negocios. Los acuerdos de la OMC dominan hoy en materia de comercio internacional, ya se trate de productos agrícolas, servicios, textiles y prendas de vestir, derechos de propiedad intelectual u otros temas. Y los países miembros de la OMC – 148 en la actualidad – siguen perfeccionando las reglas del comercio mundial. A este complejo entorno normativo se suman los acuerdos bilaterales y regionales, que las empresas deben tener en cuenta a la hora de tomar decisiones.
Las empresas de los países en desarrollo no han logrado hacer oír su voz en las negociaciones que han producido estas reglas, y a menudo están descontentas con sus resultados. En algunos casos, los gobiernos han aceptado normas que coartan la capacidad de las empresas de sus propios países para comerciar a nivel internacional. Así, sus principales exportaciones no llegan a un número suficiente de mercados extranjeros, mientras que sus mercados locales se ven expuestos a una competencia para la que no estaban preparados.
Los negociadores necesitan la opinión de las empresas. Sus equipos suelen ser insuficientes para analizar las numerosas opciones de política, el impacto de los obstáculos comerciales, o para influir en las normas internacionales que se adoptan y evaluar las repercusiones que las distintas propuestas tienen para los exportadores. Nada de esto es posible sin el trabajo conjunto de autoridades y empresarios.
En los países del Sur casi no hay una tradición de “promoción empresarial”. Pero las negociaciones internacionales siguen dando forma al comercio mundial, y los exportadores y gobernantes de los países en desarrollo no tienen más alternativa que aprender a colaborar entre sí para mejorar el acceso a los mercados y conseguir condiciones especiales para sus empresas.
Soluciones
Equipos público?privados. La conjunción de la perspectiva gubernamental y el dinamismo del sector privado puede ser sumamente eficaz. Si desean resultados benéficos para sus economías, los países deben enviar a las negociaciones mundiales equipos mixtos de empresarios y funcionarios.
El éxito de las estrategias de negociación depende, en gran medida, de la calidad de la colaboración entre los negociadores comerciales y los líderes empresariales.
Agrupaciones sectoriales. Las grandes corporaciones privadas tienen medios para negociar por sí mismas, cosa que no se pueden permitir las empresas más pequeñas. Éstas deben buscar soluciones a nivel sectorial e informar a sus gobiernos sobre el tipo de normas que necesitan para poder competir.
Información y capacitación. Las reglas de la OMC no se escriben en un lenguaje empresarial. Por ende, los empresarios deben esforzarse por comprender lo que está en juego y cómo podrían influir en los resultados. En particular, necesitan ayuda para dominar el complejo entramado de normas en vigor a nivel bilateral, regional y multilateral. Pero, sobre todo, necesitan prácticas adecuadas y una argumentación convincente para defender eficazmente sus intereses.
Aporte del CCI
La World Tr@de Net (Red Comercial Mundial) es una alianza informal de redes nacionales de 51 economías en desarrollo y en transición, integrada por asociaciones empresariales, gobiernos, expertos en comercio, entidades de formación y universidades, que se ocupan de formular planes nacionales de acción para potenciar la intervención de las empresas en los temas de la OMC. El CCI respalda dichas acciones con eventos de promoción inicial, materiales didácticos, estudios de caso, documentos temáticos, un boletín y un sitio web.
Los talleres regionales de Empresas para el Desarrollo reúnen a los dirigentes empresariales con los negociadores gubernamentales para debatir diversos aspectos de las tácticas de negociación de cada país, contribuyendo así a crear una cultura de fomento empresarial.
El JITAP, Programa Integrado Conjunto de Asistencia Técnica del CCI, la UNCTAD y la OMC, ayuda a 16 países africanos a formular políticas comerciales en el marco de comités interinstitucionales, centros nacionales de referencia y puntos de consulta sobre cuestiones del comercio multilateral, así como a impartir formación y definir estrategias sectoriales.
La carpeta GATS Consultation Kit y los programas pertinentes ayudan a las asociaciones sectoriales a sistematizar la opinión de las empresas sobre el comercio de servicios y asesorar a las autoridades que negocian el acuerdo AGCS de la OMC.
Los países en desarrollo no aprovechan la complementariedad entre sus empresas.
Los exportadores de países en desarrollo siguen concentrados en los mercados tradicionales de los países industrializados, que son altamente competitivos y de difícil entrada. En cambio, los mercados de países vecinos ofrecen oportunidades comerciales inmediatas a muchos de estos exportadores.
El CCI lleva más de 30 años promoviendo el comercio Sur-Sur, consciente del potencial inexplotado que tienen los países en desarrollo. ¿Cómo se explica, pues, la reticencia de sus empresas? La cuestión es compleja, y obedece a diversos hechos y percepciones.
En primer lugar, a menudo se cree que todos los países en desarrollo producen bienes similares – principalmente materias primas y productos no elaborados –, y que por ende no hay complementariedad comercial entre ellos. La falta de datos comerciales fiables tiende a perpetuar esta idea. En realidad, su oferta abarca una gran diversidad de bienes y servicios, que van desde mantas hasta manuales escolares o servicios de telefonía celular.
En segundo lugar, se piensa que un bajo nivel de producto interior bruto es sinónimo de escaso potencial de mercado. Se olvida que los países en desarrollo importan productos de países desarrollados, casi siempre pagando altos precios.
En tercer lugar, los intercambios entre los países en desarrollo están creciendo a un ritmo de 10% anual, pero podrían aumentar aún más si se eliminan las barreras comerciales entre ellos. En promedio, éstas son tres veces más importantes que las barreras aplicadas en los países desarrollados (seis a ocho veces para los productos manufacturados).
En cuarto lugar, muy pocos países en desarrollo tienen una infraestructura de promoción del comercio bilateral y multilateral, como cámaras de comercio bilaterales o mecanismos de reconocimiento recíproco de normas o procedimientos de inspección. También carecen de redes fiables de transporte o telecomunicaciones, y de servicios bancarios adecuados.
El comercio Sur-Sur puede servir de “terreno de entrenamiento” para los países en desarrollo y en transición con miras a su entrada en el sistema comercial mundial. La creación de vínculos empresariales transnacionales en el Sur permite ganar confianza y lograr economías de escala que reduzcan los riesgos del salto a mercados más vastos.
Soluciones
Información para corregir ideas inexactas. Hay que reunir y difundir datos sobre el potencial regional para las exportaciones nacionales, la oferta de productos y servicios que pueden importarse de otros países en desarrollo y la capacidad de cumplimiento de las empresas.
Infraestructura de promoción del comercio. Hay que favorecer los vínculos entre las organizaciones de promoción comercial (OPC), crear redes regionales de información comercial y armonizar los trámites comerciales.
Reducción de los obstáculos comerciales. Las empresas y los gobiernos pueden determinar conjuntamente cuáles son los obstáculos – por ejemplo, aranceles o contingentes – que coartan el crecimiento del comercio Sur?Sur, a fin de negociar su eliminación en el marco de foros bilaterales, regionales o multilaterales.
Aporte del CCI
El Programa de Promoción del Comercio Sur-Sur da a conocer el potencial comercial de distintos sectores en los países en desarrollo, ofrece instrumentos de análisis de mercados para buscar oportunidades de negocios y facilita su concreción en el marco de encuentros entre compradores y vendedores a nivel regional. Por ejemplo, se han materializado transacciones en sectores como los productos farmacéuticos, manuales escolares, componentes automotrices y suministros humanitarios, por valor de varios millones de dólares.
Fortalecimiento de la infraestructura de promoción comercial, mediante asistencia técnica sobre aspectos jurídicos, financiación, embalajes y gestión de la calidad de las exportaciones. Los programas e instrumentos del CCI ayudan a mejorar las prestaciones de las OPC y los servicios de información comercial.
Estudios sobre la oferta y la demanda respecto de países y productos, para colmar la falta de datos, alentar el intercambio de información y contribuir a armonizar los procedimientos de inspección y certificación.
Las nuevas oportunidades de exportación de la economía “ecológica”.
Los productos, servicios y tecnologías medioambientales constituyen un mercado cuyo valor es hoy de US$ 475.000 millones, y que probablemente se elevará a US$ 640.000 millones en 2010. Se prevé que las economías en desarrollo y en transición captarán más del 15% de dicho mercado. Muchas tienen una ventaja competitiva inmediata en sus recursos naturales y sus propias soluciones tecnológicas a las necesidades nacionales de protección del entorno, que podrían interesar también a otras economías en desarrollo.
Son cada vez más las exigencias “ecológicas” que pesan sobre los exportadores, desde el uso de embalajes ecocompatibles hasta la oferta de productos alimenticios orgánicos. Para competir, los productores deben dar prueba de innovación tecnológica, calidad y rendimiento de sus servicios, y flexibilidad en sus métodos de producción. La insuficiencia de los sistemas de apoyo medioambiental deja a los exportadores sin apoyo para afrontar estas exigencias.
Las normas de protección medioambiental suelen funcionar como barreras comerciales, sobre todo contra las exportaciones de los países menos adelantados. Sin embargo, la mayoría de éstos no participan en la formulaciÓn de dichas normas. Aunque los obstáculos “verdes” se aplican a diversos productos, resulta difícil evaluar sus efectos debido a la escasa información disponible sobre las mercancías afectadas.
Los promotores de la producción “biodiversificada” en los países en desarrollo afrontan problemas específicos. A veces, las comunidades locales — es decir, los garantes tradicionales de la biodiversidad de recursos — carecen de competencias o medios de formación empresariales, y por ende no logran añadir valor, establecer economías de escala ni gestionar sus recursos de forma sostenible.
Sin embargo, poco se sabe en los países en desarrollo sobre las oportunidades comerciales relativas a la protección medioambiental y a la demanda de productos de exportación ecológicos. Las carencias institucionales y de coordinación a nivel nacional entre entidades normativas, organismos de protección del medio ambiente y órganos consultivos y de certificación explican el déficit de información y el hecho de que aún no se hayan definido con precisión los contornos de este nuevo sector.
Estas carencias redundan en la falta de análisis sobre mercados de exportación, de servicios de apoyo a los exportadores y de iniciativas de fomento de la economía “verde”.
Soluciones
Potenciar las instituciones medioambientales, como las agencias normativas y de protección del entorno, para que puedan recopilar y analizar datos pertinentes a nivel nacional. Disponer de un “inventario de productos y servicios medioambientales” puede ayudar al sector “verde” a influir en la planificación estratégica.
Ayudar a los exportadores a asegurar la compatibilidad ecológica, mediante programas especiales de capacitación e información. Ofrecer servicios de apoyo a la exportación para las comunidades de zonas ricas en recursos naturales. Asegurar que estas comunidades se beneficien del comercio, adopten una perspectiva de beneficios a largo plazo e impulsen un crecimiento sostenible.
Explorar las posibilidades de comercio Sur-Sur, para dar respuesta a las necesidades similares que afrontan los países en desarrollo, como el uso de energía solar y el control de crecidas e inundaciones.
Aporte del CCI
Asistencia técnica a las instituciones medioambientales que intervienen en el fomento del comercio. Al potenciar sus conocimientos, coordinación y capacidades de investigación, el CCI les ayuda a impulsar una integración más efectiva de los aspectos ambientales en las estrategias nacionales.
Promoción de las exportaciones de productos y servicios “verdes”, por medio de servicios consultivos y análisis de mercado de distintos sectores: alimentos, especias y hierbas de cultivo orgánico; caucho; yute y fibras de coco; plantas medicinales; productos de madera de explotación sostenible; productos artesanales, y servicios y tecnologías ambientales.
Información sobre comercio ecológico, ofreciendo bases de datos especializadas sobre: normativas “verdes”; nuevos requisitos de procesamiento y producción; embalaje ecológico; ecoetiquetado; precios de productos de prioridad medioambiental, y fuentes de aprovisionamiento de productos, tecnologías y servicios favorables al medio ambiente. Los instrumentos en línea del CCI (Trade Maps) detectan los obstáculos “medioambientales” a las exportaciones.
Las empresarias pueden ser ignoradas por los planificadores del comercio y el desarrollo.
Muchas empresarias – independientemente de que dirijan grandes o pequeñas unidades – no participan en los círculos frecuentados y escuchados por quienes definen las políticas. La mayoría está confinada en ámbitos económicos marginales, como las microempresas y las empresas informales; en algunos países, controlan hasta el 70% de estos sectores.
Por su parte, las entidades que tratan de cuestiones comerciales – ministerios, cámaras de comercio, programas de exportación y asociaciones – no se ocupan específicamente de las empresarias, dejando ese terreno a las organizaciones femeninas. Por ende, en la ayuda a las exportaciones no se suelen tomar en consideración sus intereses o necesidades. Por ejemplo, hay muchas empresarias en el sector de servicios, mientras que la ayuda a las exportaciones se concentra en el comercio de bienes.
Las tradiciones culturales también pueden frenar una participación más destacada de las mujeres en la vida económica. Por ejemplo, el entorno actúa a veces como factor disuasivo informal contra el trabajo femenino fuera del hogar; la legislación de algunos países prohíbe que las mujeres hereden bienes, lo que restringe al mínimo su capacidad comercial.
Si bien es cierto que los problemas que afrontan las mujeres son comunes a todas las pequeñas empresas – crédito, contactos y capacitación –, estas dificultades son multiplicadas por la falta de acceso a las redes que podrían ayudarles a competir en el mercado mundial.
En realidad, la experiencia del CCI muestra que cuando las mujeres tienen la posibilidad de desarrollar sus empresas, los países pueden recoger enormes beneficios. Muchas exportadoras cumplen también una función de “promotoras sociales”. Con su experiencia, demuestran que el compromiso con el desarrollo es indisociable de los esfuerzos por incrementar las exportaciones. Desde una y otra perspectiva, estimular a las mujeres a montar sus propias empresas es una opción acertada.
Soluciones
Formar redes. Dar prioridad a la incorporación de grupos de mujeres a cámaras de comercio y asociaciones sectoriales y profesionales, y fomentar las redes de cooperación entre autoridades, expertos internacionales y empresarias. Vincular entre sí a grupos de empresarias para alentar su comunicación y la cooperación sobre cuestiones comerciales.
Financiación. No hay que limitarse al microcrédito. Se debe alentar a las entidades de crédito a evaluar adecuadamente el riesgo de la financiación a las exportadoras, y enseñar a las mujeres cómo obtener préstamos.
Capacitación. Informar a las exportadoras sobre la capacitación para exportar, y asegurar que tengan acceso a la misma.
Visibilidad. Dar a conocer el éxito de las exportadoras, por ejemplo, creando galardones para las mujeres que se impongan en el comercio internacional.
Apoyo social. Evaluar las necesidades específicas de apoyo de las mujeres, como unidades sanitarias móviles, licencia de maternidad y cuidado de los hijos.
Tecnología. Aunar recursos para integrar las tecnologías de la información y las comunicaciones a una gestión más eficaz y la búsqueda de nuevos mercados.
Aporte del CCI
El CCI integra a las mujeres en sus programas de fomento del comercio y mejora su acceso al apoyo comercial y la información empresarial. El CCI invita a las asociaciones de empresarias (cuyos datos ha reunido en un directorio) a asistir a sus seminarios sobre exportación de servicios, con lo que la participación de las mujeres ha pasado de 4% a 20%.
El Foro Ejecutivo del CCI sobre Estrategias Nacionales de Exportación de 2004 estudia una integración más sistemática de las cuestiones de género en las estrategias exportadoras. El Programa de Fomento de la Capacidad Comercial de África, impulsado junto con la Oficina de Promoción del Comercio con Canadá, ayuda a las asociaciones femeninas del África Subsahariana a conectarse con las redes comerciales y lograr capacidades de gestión de las exportaciones.
El CCI evalúa los componentes de género de los proyectos, sobre todo en materia de reducción de la pobreza. Además, ayuda a las empresarias de los sectores artesanal, textiles y prendas de vestir, agrocomercial y servicios a sacar un mejor provecho de sus oportunidades comerciales utilizando las TIC.
El CCI crea conciencia y rebate las ideas preconcebidas sobre el papel de las mujeres en el desarrollo económico y social, por medio de publicaciones y estudios de caso dedicados específicamente a cuestiones femeninas.
Los beneficios económicos del comercio no llegan siempre a los más pobres.
El comercio puede fomentar el crecimiento de un país y reducir la pobreza en tres niveles básicos. Primeramente, la adopción de políticas favorables a la expansión del comercio conlleva un aumento del ingreso y de los recursos fundamentales para el desarrollo. En segundo lugar, los gobiernos pueden promover las exportaciones en sectores con un óptimo potencial de generación de empleos e ingresos. En tercer lugar, también pueden ayudar a los sectores más pobres – en la práctica ajenos a la economía formal – a convertirse en partícipes de las actividades de exportación.
Los países en desarrollo son capaces de asumir estos desafíos.
En muchos países, las dificultades residen en los niveles dirigentes. Los encargados de definir las estrategias de desarrollo no prestan suficiente atención a la integración del comercio en dichas estrategias. A menudo, se habla de que el comercio es el motor del crecimiento, pero las estrategias de una mayoría de países en desarrollo son más bien un obstáculo que un aliciente para el comercio. Además, hay muy pocos modelos que orienten los esfuerzos nacionales encaminados a reducir la pobreza mediante el comercio.
Por otra parte, los sectores de exportación que más podrían contribuir a reducir la pobreza no son siempre incluidos en las estrategias exportadoras nacionales. Para reducir la pobreza, lo que cuenta es el tipo de crecimiento que genere el comercio. Por ende, también se necesita crecimiento en los sectores capaces de integrar a los pequeños productores en la cadena de valor de productos y servicios.
Por último, las comunidades pobres no suelen disponer de las capacidades empresariales indispensables para operar en el comercio mundial. Cuando se trata de aprovechar las nuevas oportunidades comerciales, los sectores pobres pueden encontrarse desventajados por sus carencias en formación, capacitación empresarial o contactos con quienes pueden ayudarles a iniciar o ampliar una actividad en la economía formal.
Soluciones
Integrar el comercio en las estrategias de reducción de la pobreza. Los gobiernos deben empezar a considerar que el comercio y la reducción de la pobreza son indisociables.
Promover sectores de exportación favorables a los pobres. Identificar y fomentar sectores o segmentos con buen potencial exportador, que acojan favorablemente las capacidades de los productores pobres.
Orientar la ayuda a la exportación a sectores pobres. Promover la formación de agrupaciones empresariales entre miembros de comunidades pobres, a fin de superar las dificultades propias de la acción individual. También se debe alentar las complementariedades entre exportadores experimentados y comunidades pobres.
Facilitar servicios esenciales de apoyo al comercio. Los pequeños productores tienen la voluntad y la capacidad para hacer negocios, pero necesitan contar con servicios públicos de buena calidad – información comercial y de mercados, capacitación exportadora y formación de redes – para integrarse en los mercados.
Aporte del CCI
El programa de reducción de la pobreza mediante las exportaciones promueve, mediante proyectos piloto, métodos para integrar a las comunidades pobres en el comercio, centrados en su vinculación con cadenas de exportación de los productos y servicios que éstas pueden proveer. Abarca sectores de baja intensidad de capital, como el turismo comunitario, la manufactura ligera, textiles, cuero y productos agrícolas.
El CCI y sus asociados locales ayudan a los productores a organizarse en grupos para obtener capacitación y asistencia empresarial. Además, el CCI hace conciencia entre las instituciones de apoyo al comercio y las autoridades sobre las necesidades de fomento empresarial de estos productores.
El CCI ayuda a desarrollar los sectores más prometedores, utilizando sus eficaces instrumentos analíticos para detectar los sectores con un potencial de demanda, y también sus conocimientos de los mercados que interesan a los productores pobres, como los productos básicos, textiles y servicios.
El nuevo contexto exige nuevas alianzas para lograr la eficacia de las estrategias comerciales
Las estrategias de exportación son esenciales para lograr el éxito de una masa crítica de empresas, y no sólo de las pocas que salen adelante a pesar de las dificultades. Si se quiere que los países aumenten sus exportaciones, dichas estrategias no deberían centrarse sólo en el fomento del comercio, sino integrar también elementos de desarrollo. Este cambio de orientación supone forjar nuevas asociaciones y definir nuevas funciones para los interlocutores tradicionales.
En primer lugar, las empresas y los gobiernos deben colaborar más estrechamente, equilibrando el poder del sector público para crear mejores condiciones de negocios con la capacidad del sector privado para generar empleos y exportaciones.
A menudo, entre las empresas y las autoridades reina la desconfianza, y las metas de unas y otras son diferentes. En realidad, les une un objetivo: lograr la prosperidad económica. Los gobiernos deberían liderar la estrategia de desarrollo. Como motores del comercio, las empresas deben participar de forma más comprometida e informada en el fomento comercial.
En segundo lugar, los planificadores del desarrollo comercial deben buscar nuevos interlocutores ya que el comercio es afectado hoy por nuevas tendencias, que van de los obstáculos comerciales medioambientales a la compatibilidad tecnológica. Los organismos normativos nacionales, entidades de tecnología de las comunicaciones, bancos e instituciones de inversión, organizaciones laborales, grupos de empresarias, agrupaciones del sector medioambiental, centros de arbitraje y mediación, e instituciones educativas son algunos de los actores que ofrecen medios para mejorar la competitividad. Su integración en redes más amplias de apoyo al comercio ayuda a los países a utilizar el fomento de las exportaciones como plataforma para la prosperidad económica.
En tercer lugar, para que estas asociaciones prosperen, tienen que apoyarse firmemente en estrategias aceptadas por todas las partes y dotarse de prioridades, metas, responsibilidades y medios realistas para ponerlas en práctica. Las estrategias son la base de la confianza entre los asociados, y ofrecen un marco de referencia para controlar los resultados. Pero las estrategias pueden resultar perjudicadas por la brevedad de los ciclos políticos o por la alta rotación laboral de los directivos de empresa. El que las asociaciones se asienten en consejos de promoción de las exportaciones, conglomerados industriales, viveros de empresas, disposiciones legislativas o en otros mecanismos dependerá de las circunstancias locales. Sea como fuere, el apoyo brindado por alianzas dinámicas es crucial para el éxito de las estrategias de exportación.
Soluciones
Estrechar la colaboración entre las empresas y las autoridades. Hay que crear confianza mediante un diálogo continuo sobre cuestiones relativas a la exportación, como las posiciones para las negociaciones comerciales, las infrastructuras que ayuden a las empresas a cumplir las normas de calidad y la evaluación de nuevas oportunidades de mercado.
Mejorar la información del sector empresarial. En los planos nacional y sectorial, hay que analizar el impacto de la política comercial sobre las empresas, para asesorar a los gobiernos al respecto. Debe promoverse activamente la comunicación con los organismos estatales.
Formar redes con interlocutores que promuevan la competitividad. Los planificadores deberían celebrar consultas de carácter más amplio, en especial con entidades públicas y privadas en las esferas financiera, industrial, del desarrollo y de la investigación. Para apoyar estas actividades se deben aprovechar las tecnologías de la comunicación.
Definir metodologías de planificación estratégica. Éstas ayudan a fijar prioridades de forma transparente y a trazar hojas de ruta.
Aporte del CCI
El Foro Ejecutivo sobre Estrategias Nacionales de Exportación consolida las asociaciones público?privadas sobre la demanda y la oferta, así como sobre temas operativos y de desarrollo. Los países deben participar mediante equipos mixtos empresas-gobiernos en las redes de colaboración que estudian las “mejores prácticas”.
El CCI impulsa estrategias sectoriales y reúne a representantes de los sectores público y privado en su elaboración y aplicación conjunta.
La Conferencia Mundial de Organizaciones de Promoción Comercial (OPC) es un evento de redes organizado cada dos años por estas organizaciones, bajo el auspicio del CCI. Los dirigentes de las OPC comparten sus experiencias en el uso de los instrumentos de fomento del comercio y buscan medios para promover el comercio en un entorno en rápida transformación. Con los Premios Mundiales a las OPC, inaugurados en la Conferencia de Malta, en octubre de 2004, estas organizaciones reconocen a sus homólogas más destacadas.
Desde 1964, el Centro de Comercio Internacional (CCI) ha ayudado a los sectores empresariales de las economías en desarrollo y en transición a impulsar sus exportaciones. Nuestro objetivo último es contribuir a que estos países logren un desarrollo humano sostenible merced al crecimiento de las exportaciones y al aumento de la productividad.