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Programa de Doha para el Desarrollo: ¿Qué pueden ganar los países en desarrollo?
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© Centro de Comercio Internacional, Forum de Comercio Internacional - No. 2/2003

La economía mundial necesita un vigoroso impulso para volver a encauzarse por la vía del crecimiento. Un sistema comercial más abierto puede ser un importante estímulo para reactivar la economía mundial y ayudar a los países más pobres a salir de la pobreza. En Cancún no se tratará sólo de cumplir metas y completar un programa de trabajo, sino de crear condiciones que favorezcan el progreso de todos los países. Uniendo fuerzas con sus respectivos gobiernos, las empresas de los países en desarrollo pueden contribuir al logro de los objetivos del Programa de Doha para el Desarrollo.

Todas las regiones del mundo se ven confrontadas a una situación de incertidumbre económica y débil crecimiento económico. En los años 1990, el comercio mundial creció una media de 6,7%. En 2001, se registró una caída de 1%, y el crecimiento de 2002 apenas llegó a 2,5%. Los primeros datos disponibles indican que, en volumen, los resultados comerciales para 2003 podrían registrar un repunte mínimo. Desgraciadamente, todas las fases recesivas tienden a perjudicar más gravemente a las regiones más pobres de nuestro mundo.

Los dirigentes políticos y empresariales comprenden que la debilitada economía mundial necesita recibir con urgencia el potente estímulo que puede aportarle una mayor liberalización del comercio mundial. El éxito del Programa de Doha para el Desarrollo es fundamental para restaurar el dinamismo de la economía. Doha no puede fracasar, pues si ello ocurriera, se estaría proyectando una imagen muy pesimista de las posibilidades de recuperación de la economía mundial.

El éxito de Doha es vital

Los países en desarrollo necesitan que el Programa de Doha dé buenos resultados. Según diversos estudios, ninguno de los actuales medios de cooperación económica internacional o de ayuda para el desarrollo — como el alivio de la deuda o la ayuda extranjera — puede ofrecer a los países en desarrollo el elevado nivel de beneficios que obtendrían con una liberalización comercial de gran alcance.

Los países pobres necesitan crecer económicamente para escapar de la pobreza, y el comercio es un poderoso motor de crecimiento.

La Quinta Conferencia Ministerial de la OMC se celebrará en Cancún, México, en septiembre de 2003. Aunque en Cancún no se abordarán las negociaciones sobre el Programa de Doha para el Desarrollo, sus trabajos serán muy importantes con miras a la puesta en práctica del Programa. Los ministros asistentes tendrán que hacer un inventario del avance de las negociaciones, entregar orientaciones políticas y tomar algunas decisiones. No se tratará sólo de cumplir metas y completar un programa de trabajo, sino de crear condiciones que favorezcan el progreso de todos los países, y en particular de ampliar las oportunidades para los países en desarrollo, garantizándoles una integración más efectiva en el sistema comercial.

La comunidad comercial internacional sabe por propia experiencia que los grandes obstáculos al comercio entorpecen el crecimiento económico. Día tras día, la experiencia confirma que los países de economía abierta, orientada a las exportaciones, han conseguido desarrollarse, mientras que los países fuertemente protegidos, orientados hacia el mercado interno, no lo han logrado. Existe una clara correlación positiva entre la apertura y el ingreso, y nada indica que los países que han protegido sus sectores nacientes o ‘dinámicos’ tengan mejores resultados que los países exportadores más abiertos. Es importante recordar que el comercio internacional permite que los países se complementen entre sí. Esto se consigue, por ejemplo, mediante la especialización, lo que redunda en un aumento del intercambio de bienes y servicios, y por ende de la parte que cada uno puede obtener del comercio internacional total, en vez de disputarse las porciones de un “pastel” más pequeño. Todos los países tienen ventajas comparativas.

Beneficios potenciales

Una economía abierta que se especializa en los sectores donde tiene ventajas comparativas puede optimizar sus inversiones y crear, al mismo tiempo, incentivos para atraer nuevos recursos. Así, suelen alcanzar ritmos de crecimiento más rápidos que las economías menos abiertas.

El éxito de las negociaciones previstas en el Programa de Doha podría aportar muchos beneficios a los países en desarrollo, el más importante de los cuales es tal vez el acceso facilitado a los mercados de los países ricos en los sectores de la agricultura, las manufacturas y los servicios.

Para más de 50 países en desarrollo, la agricultura es la fuente de más del 50% de sus ingresos en divisas. En muchos casos, este sector ofrece una proporción importante del empleo total. Es preciso tomar medidas para reformar los sistemas de subsidios que los países más avanzados otorgan a su agricultura. En conjunto, estos subsidios se elevan a US$ 1.000 millones diarios. Del buen resultado de las negociaciones sobre el sector agrícola depende la prosperidad de las empresas agropecuarias de muchos países en desarrollo.

En el sector de los servicios, los países miembros de la OMC han manifestado un escaso interés por los compromisos sobre el movimiento de personas físicas (el ‘comercio en el modo 4’), que sí interesa enormemente a los países en desarrollo. El desplazamiento transfronterizo de las personas físicas podría ser una enorme fuente de recursos financieros para estos países, concretamente gracias a las remesas de ingresos ganados en el extranjero.

Vías para el desarrollo

Si bien es cierto que las barreras de acceso impuestas por los países ricos causan graves dificultades a los exportadores de países en desarrollo, a menudo son otros países en desarrollo los que imponen las barreras más estrictas.

Comercio Sur-Sur

La intensificación de los intercambios Sur-Sur abre grandes posibilidades para la presente década. Entre 1990 y 2001, el comercio Sur-Sur creció a un ritmo superior al del comercio mundial, y la parte de las exportaciones mundiales de mercancías correspondiente al comercio entre países en desarrollo pasó de 6,5% a 10,6%.

En el mismo período, la economía de los países en desarrollo creció con mayor rapidez que la de los países desarrollados y los países en transición. Ello obedeció en gran medida a la liberalización de los regímenes comerciales y de inversión de muchos países en desarrollo.

La expansión del comercio Sur-Sur es uno de los cauces más auspiciosos para el desarrollo, pero dicha expansión no puede lograrse sin una mayor apertura de los mercados en los sectores que interesan a los países en desarrollo. El éxito de las negociaciones comerciales debería impulsar los intercambios entre países en desarrollo, lo que iría en beneficio de dichos países en su conjunto.

Trato especial y diferenciado

También es de esperar que se logren progresos en los planos de la aplicación de los acuerdos y del trato especial y diferenciado para los países en desarrollo. Estas disposiciones son esenciales para el equilibrio, la pertinencia y las prioridades que los países miembros de la OMC se esfuerzan por introducir en el Programa de Doha para el Desarrollo.

Hay que reiterar y reforzar el compromiso político necesario para hacer realidad las promesas de Doha. Los avances que se logren en el Programa de Doha abrirán nuevas oportunidades económicas, darán más confianza a las empresas y servirán de importante estímulo político para que los países apoyen la cooperación multilateral que se requiere para devolver el vigor y la estabilidad a la economía mundial. Si no avanzamos, perderemos terreno y credibilidad.

Las empresas manifiestan un interés sin precedentes

Un aspecto alentador de la actual serie de negociaciones es el interés y la participación activa sin precedentes de parte de los empresarios de todo el mundo. Aun cuando la responsabilidad esencial de la búsqueda de un acuerdo sigue recayendo en los gobiernos, las empresas también tienen un papel importante. Después de todo, son ellas las que impulsan el comercio, exportando e importando, y tomando decisiones en cuanto a la búsqueda de nuevos mercados. Son también las empresas las que salen perjudicadas cuando el sistema comercial no funciona correctamente.

La participación activa de los círculos empresariales — especialmente del mundo en desarrollo — en la definición de las tácticas de negociación de cada país y en el apoyo a las iniciativas de liberalización comercial es esencial para el éxito de la Conferencia Ministerial de Cancún. Los talleres “Empresas para Cancún” organizados por el CCI son sumamente útiles al respecto. Necesitamos este tipo de iniciativas para hacer realidad el Programa de Doha para el Desarrollo, y crear así nuevas oportunidades de crecimiento económico y desarrollo.

El Dr. Supachai Panitchpakdi es Director General de la Organización Mundial del Comercio.


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