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Avances en la implantación de la Ayuda para el Comercio en América Latina y el Caribe
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Forum de Comercio Internacional - No. 2/2009

El Segundo Examen Global de la Ayuda para el Comercio, que tuvo lugar en Ginebra los días 6 y 7 de julio de 2009, fue un hito importante para evaluar los avances desde el Primer Examen Global de 2007. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se enorgullece de participar en esta iniciativa en la región de América Latina y el Caribe.



Los países de América Latina y el Caribe junto con el BID, respaldamos esta iniciativa desde el principio porque conocemos el poder del comercio para operar cambios en nuestras sociedades y nuestra región. El BID está comprometido con ese objetivo; invertimos fuertemente en promover la Ayuda para el Comercio en dichos países a través de una gama de proyectos e iniciativas destinados a: apoyar a los países en la negociación, aplicación y administración de acuerdos comerciales; fortalecer las instituciones de promoción del comercio y la inversión; fomentar el desarrollo del comercio para el sector privado, en particular, las pequeñas y medianas empresas (PYME), así como mejorar la competitividad económica y la integración económica en la región.

Aun así, es necesario que la voluntad política acompañe estos esfuerzos para reducir más los costos y las barreras del comercio. Una época de turbulencia como esta es la más apropiada para impulsar ese compromiso. La desaceleración de la economía global ya acentuó la importancia del comercio y la integración económica como motores de crecimiento y desarrollo; el comercio global es el mejor “antídoto” de la turbulencia económica y el mejor “paquete de estímulos” para que las economías nacionales retomen sus senderos de crecimiento.

El comercio como motor de crecimiento

El impacto de la crisis actual en América Latina y el Caribe se canalizó en gran medida a través de la desaceleración del comercio global, afectando sobre todo a los países más dependientes del comercio. Pero la región estaba mejor preparada para afrontar la crisis al disponer de mayores reservas, políticas contundentes y un sólido marco macroeconómico.

Ahora bien, la persistente contracción de las exportaciones, el ensanchamiento de las brechas fiscales y las crecientes dificultades de acceso a la financiación son factores que contribuyen a los problemas económicos de la región. De ahí que el comercio deba seguir fluyendo y expandiéndose. El proteccionismo como reacción política frente a la crisis sería un gran error y la historia nos ha dado lecciones muy claras al respecto.

Gracias a la negociación de acuerdos comerciales multilaterales, bilaterales y regionales, los países de la región abrieron nuevos mercados para canalizar la energía del sector privado, impulsaron la competitividad y la innovación para ofrecer nuevas oportunidades económicas y, lo que es más importante, contribuyeron a sacar de la pobreza a miles de personas.

No obstante, es preciso desplegar otros esfuerzos importantes. A pesar de que en los últimos 20 años, los países de América Latina y el Caribe liberalizaron el comercio y abrieron mercados a una velocidad sin precedentes, todavía afrontan problemas de talla.

En primer lugar, los costos “indirectos” del comercio: la región debe abordar la creciente complejidad de un sistema de comercio dominado por la proliferación de reglas complejas y superpuestas que pueden imponer costos de transacción indebidos a comerciantes, inversores y funcionarios de aduana. Una reciente encuesta del BID revela que las empresas de la región consideran que obtendrían importantes ganancias de la armonización de reglas en convenios regionales, principalmente, en lo que se refiere a normas de origen, estándares y procedimientos aduaneros, entre otros.

En segundo lugar, los costos “directos” del comercio: la región debe centrar su atención en los costos de transporte y logística. El BID estima que la tasa media de flete marítimo de exportación de América Latina al mercado estadounidense es casi 50 por ciento más alta que aquella de la misma mercancía exportada de Europa, una vez controlados todos los factores pertinentes como la distancia. Asimismo, el impacto de una disminución del 10 por ciento en las tasas de flete redundaría en un aumento del volumen del comercio 20 veces más alto que una reducción similar de los aranceles. Concretamente, las intervenciones transfronterizas ofrecen una importante posibilidad de reducir los costos logísticos. Se calcula que las demoras en el despacho de aduana en América Latina y el Caribe aumentan entre 5 y 15 por ciento los costos de transporte.

En tercer lugar, los costos de “información” del comercio: urge que la región modernice parte de su arquitectura institucional para promover las exportaciones y atraer inversiones. Un informe del BID, que se publicará en el otoño boreal, muestra el papel crítico que pueden desempeñar en el fomento del comercio las modernas instituciones de promoción de las exportaciones, pues pueden apoyar al sector privado (en particular, a las PYME) en la difícil travesía de convertirse en exportador o de descubrir nuevos segmentos y mercados.

Avance del programa de Ayuda para el Comercio

La iniciativa Ayuda para el Comercio es una plataforma clave para el avance de este programa y ya está dando resultados. Los exámenes nacionales y regionales de la Ayuda para el Comercio, organizados por el BID en América Latina y el Caribe en colaboración con la OMC, mostraron que los países de nuestra región están incorporando los principios de dicha ayuda en sus estrategias de desarrollo, tanto nacionales como regionales. Me complace particularmente, señalar que el sector privado desempeñó un papel crucial en el diálogo de la Ayuda para el Comercio, tal como constatamos recientemente en el Examen Regional que tuvo lugar en Jamaica en mayo de 2009.

El BID se empeña en apoyar estrategias nacionales de desarrollo e iniciativas regionales que redundan en exitosos programas de integración del comercio. Quiero destacar cuatro áreas que considero de cabal importancia y que apoyamos en el contexto de nuestra estrategia de Ayuda para el Comercio.

Primera: Debemos seguir apoyando la infraestructura “pesada” y la infraestructura “liviana” de la región para asegurar la eficiencia del comercio y la integración económica. El BID elaboró una amplia gama de programas de facilitación del comercio, logística comercial, modernización de aduanas, corredores de transporte y armonización de normas y estándares reguladores, entre otros.

El reciente proyecto del BID “Tránsito Internacional de Mercancías” (TIM), en el marco del Proyecto Mesoamérica, es un claro ejemplo de cómo podemos reducir significativamente las demoras en el cruce de fronteras, ahorrando tiempo y dinero a empresas y consumidores. La demora promedio para cruzar la frontera, pasó de más de una hora a sólo ocho minutos. En América del Sur y el Caribe se están llevando a cabo proyectos similares de facilitación del comercio.

Segunda: Debemos seguir reforzando las instituciones comerciales para promover el comercio y la inversión, respaldando el compromiso de nuestro sector privado en el mercado global. También en este caso, el BID elaboró programas innovadores en materia de promoción de las exportaciones, atracción de la inversión extranjera, desarrollo del sector privado (en particular, asistencia a las PYME), conglomerados de exportación y financiación del comercio, entre otros.

Restaurar rápido la financiación del comercio es crucial en la presente crisis. El BID intervino de inmediato aumentando el monto de su Programa de facilitación de financiación comercial a $EE.UU. 1.000 millones. Además, un nuevo programa del BID denominado “Exportar más” permitirá a las PYME beneficiarse de un mayor acceso a los mercados, gracias a la capacitación en certificación de estándares, mercadotecnia y gestión de la logística comercial.

Tercera: Debemos seguir movilizando nuevos recursos y promoviendo asociaciones innovadoras. El BID se comprometió a ello y creó el Fondo Estratégico de Ayuda para el Comercio que le permitirá satisfacer la demanda y las necesidades crecientes de nuestra región. Dicho fondo también ofrecerá la posibilidad de reforzar y profundizar la cooperación regional, y abrir nuevas vías para facilitarla. A tales efectos, en el BID también estamos explorando nuevos mecanismos de incentivos para mejorar la cooperación Sur-Sur.

Cuarta: Si bien es cierto que iniciativas como la Ayuda para el Comercio son críticas, proteger el sistema multilateral de comercio es primordial. Nuestros países han de ser actores globales e integrarse globalmente para expandir el comercio y crear prosperidad. Al respecto, hoy más que nunca, es imperativo que se concluya la ronda de Doha, tanto para nuestra región como para el futuro del sistema mundial de comercio en su conjunto.

La ampliación de iniciativas en todos estos frentes requiere una inversión sustancial y es ahí donde el papel del BID cobra relevancia, al colaborar con otras organizaciones y los sectores público y privado. Al respecto, el banco pondrá a disposición más recursos para ayudar a los países miembros que se ven afectados por la crisis económica y financiera. Paralelamente, el programa de integración y el rol de la Ayuda para el Comercio en América Latina y el Caribe van adquiriendo cada vez más pertinencia para el BID en el contexto del aumento de capital que actualmente es sujeto de debate.

En estos tiempos de crisis e incertidumbre económicas, es indispensable que el comercio llegue a ser un ancla importante de crecimiento y desarrollo. El momento actual exige que redoblemos nuestro esfuerzo de comercio e integración y, a tales efectos, la iniciativa de Ayuda para el Comercio es hoy más pertinente que nunca.


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