Fuera del puerto de Dar es Salaam, República Unida de Tanzanía, los camiones hacen cola para cargar y descargar mercancías. En el puerto hay una gran congestión debido a los procedimientos aduaneros y de control, así como a deficiencias de infraestructura que aumentan la duración de la espera y, en último término, los costos del comercio. A escala mundial, casi el 77 por ciento del volumen de mercancías transita por puertos de mar y en Tanzanía ese porcentaje podría ser incluso más alto.
Ahora bien, Tanzanía no es excepción, ya que globalmente, la situación en los países en desarrollo es igual o peor. En América Latina, el transporte de mercancías de la etapa de prearribo a la llegada al depósito lleva 36 días en término medio y en Asia oriental, 28. Ese plazo se reduce exactamente a la mitad en los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Por lo tanto, destinar ayuda a la capacitación comercial en países en desarrollo es un medio sensato de impulsar el potencial exportador. Pero los beneficios van más allá, pues también se facilitan sus importaciones de bienes de consumo e insumos para industrias nacionales que pueden contribuir a cimentar vitales capacidades de producción. Además, en el contexto de la actual crisis económica, prestar apoyo al desarrollo de infraestructura y capacidad comercial es un medio de estimular el empleo y captar inversiones a mediano y largo plazo.
Avances
La OMC y la OCDE informan que la Ayuda para el Comercio, en cuanto rubro de los presupuestos de ayuda globales aumentó alrededor de un 10 por ciento por año desde 2005. En 2008, esa ayuda ascendió a unos $EE.UU. 25.000 millones en nuevos compromisos, a los que se sumaron unos $EE.UU. 27.000 millones en financiación no concesional del comercio. Ahora bien, hoy en día, los países donantes atraviesan un período de apretarse el cinturón y es de esperar que no caigan en la tentación de congelar o reducir la asistencia oficial al desarrollo ni de asignar apoyo a una esfera en detrimento de otra. De hecho, un toque de alerta al respecto es la falta de transparencia en torno a los compromisos contraídos por donantes en nombre de la “Ayuda para el Comercio”.
La financiación del comercio es un elemento de esa iniciativa y la necesidad urgente de esta última se abordó sin ambages en la reunión del G-20 de hace unos meses en la que se acordó asignar $EE.UU. 250.000 millones para respaldar el crédito a corto plazo, propio de las transacciones comerciales, que tanto se necesita.
La actual desaceleración del comercio mundial como consecuencia de la crisis surte un efecto muy pernicioso en las economías de muchos países en desarrollo cuyas exportaciones representan entre 40 y 100 por ciento del PIB. Por el contrario, las exportaciones de Estados Unidos representan tan sólo el 12 por ciento de su PIB. En mercados nacionales pequeños y dependientes de las exportaciones, la Ayuda para el Comercio focalizada es una cuerda de salvamento. Además de la financiación del comercio, el apoyo a infraestructura y capacidades productivas es otro elemento importante que representa de lejos, la mayor parte de los compromisos de dicha ayuda.
Perspectivas de la UNCTAD
Para que los países beneficiarios la aprovechen plenamente, la Ayuda para el Comercio debe apuntar a la capacidad de producir bienes no sólo para exportación sino también para consumo interno. La UNCTAD pone un marcado énfasis en este punto, ya que al desarrollar sus capacidades productivas, los países pueden sacar mayor ventaja de los demás elementos de la misma, lo que contribuye a facilitar insumos para la industria nacional y diversificar los mercados de exportación.
La UNCTAD también insiste en destacar el papel que desempeña la cooperación regional en el desarrollo de mercados y como pilar de la competitividad internacional. Sobre todo en África y los países menos adelantados, algunas instituciones, el transporte y los vínculos comerciales suelen orientarse al comercio de servicios con el norte. El comercio Sur-Sur creció alrededor de un 13 por ciento anual (según cifras del período 1995-2007). Así pues, destinar Ayuda para el Comercio al desarrollo de la infraestructura y la capacidad de negociación regionales debería ser una prioridad clave.
A tales efectos, la UNCTAD recomendó que los países crearan o reforzaran mecanismos institucionales que articulen claramente sus necesidades y prioridades. Ese proceso debería incluir a las principales partes interesadas, en particular el sector privado, lo que podría contribuir a definir mejor los proyectos de Ayuda para el Comercio. Se necesita un esfuerzo sistemático de las organizaciones internacionales para ayudar a los países beneficiarios a hacerlo y vincular esos esfuerzos con iniciativas regionales.
La UNCTAD lleva años asesorando a países en desarrollo, tanto en capacitación como en negociaciones comerciales, para ayudarles a formular y aplicar mejores políticas comerciales a largo plazo. También les presta otros tipos de asistencia técnica para que logren adaptarse a las exigencias del comercio globalizado. Destinar ayuda a las capacidades comerciales -a título bilateral o cada vez más a través de canales multilaterales- es esencial para contribuir a que los países superen la crisis actual, desarrollen capacidades productivas a largo plazo y se adapten al futuro entorno del comercio internacional.
Foto: Miembros de la comunidad portuaria de Dar es Salaam visitan el puerto durante un curso de la UNCTAD sobre gestión portuaria moderna. El Programa de Formación Portuaria de la UNCTAD en Tanzanía es financiado por la República de Irlanda.