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Análisis de la crisis mundial
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Forum de Comercio Internacional - No. 2/2009

El economista principal del ITC evalúa el impacto de la crisis financiera mundial en los países en desarrollo y recomienda algunas respuestas políticas, tanto nacionales como internacionales.

Esta crisis no es como un tsunami, ola gigante que destruye todo a su paso, sino más bien como una serie de marejadas cuyo impacto se va acumulando a más largo plazo.

Creo que en la crisis actual, las marejadas que aquejan a los países en desarrollo se resumen a tres: a corto plazo, la primera fue la suspensión o la simple anulación de los programas de inversión extranjera directa (IED); la segunda fue la drástica contracción de las importaciones de los principales miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y sus efectos colaterales, es decir, la disminución de las exportaciones de los países en desarrollo y la abrupta caída de los precios de exportación, y la tercera serán los despidos en masa que redundarán en una fuerte baja de ingresos y remesas. Algunos países en desarrollo se verán más afectados que otros, pero ninguno saldrá indemne.

Análisis de impacto

Sabemos poco acerca de la forma en que se correlacionarán estos impactos y, casi nada en lo que se refiere a sus covarianzas. Aun así, eso determinará la profundidad y duración de la crisis en todos los países, productores o exportadores. Las repercusiones en el comercio y la inversión se acumularán y las remesas y el número de trabajadores migrantes disminuirán, todo lo cual acentuará la baja del ingreso nacional. Por lo tanto, es posible que la crisis siga afectando a los países en desarrollo; incluso si en aquellos de la OCDE comienzan a verse signos de recuperación, en 2009 nada cambiará. Aunque a principios de julio hubo algunos de los denominados “retoños verdes” -como los beneficios inesperados de algunos bancos internacionales y, en particular, el Deutsche Bank, la demanda sigue deprimida en un contexto de alto desempleo e ínfima confianza de los consumidores.

Los países en desarrollo representan “los daños colaterales” de esta crisis, pese a que en general estaban ausentes de los denominados mercados “tóxicos”, salvo algunas inversiones de fondos soberanos de China y Singapur en los sectores bancario y de seguros, que recibieron un duro golpe, a pesar de haberse centrado en marcas con clasificación AAA, como Bear Sterns, Fortis y Lehmann Brothers. La acción de los mercados financieros poco regulados posibilitó la sobreexposición de las instituciones financieras, en particular, aquella de los bancos de inversión de Estados Unidos. El éxito que habían tenido en la venta de activos de riesgo a otros actores, como fondos de pensiones de todo el mundo, se basó en gran medida en la explotación de información asimétrica. De todos los rincones del planeta afluyeron inversores ávidos de rendimientos sostenidos y predecibles.

Inversión

El Instituto de Finanzas Internacionales (IFI), con sede en Washington, sigue de cerca la evolución de los flujos de capital privado hacia países en desarrollo e hizo algunas observaciones desconcertantes. Según dicho instituto, el nivel de capital privado que probablemente se invertirá en los países en desarrollo en 2009 será un 82 por ciento inferior al de 2007. Ahora bien, eso no obedece a una menor rentabilidad de los países en desarrollo. Discrepo con el IFI cuando sostiene que los inversores son más renuentes al riesgo, pues ante todo, se trata del efecto de la contracción del crédito que acabó con la financiación y el endeudamiento fáciles. Se ha previsto que el volumen neto de los préstamos otorgados por los bancos comerciales disminuirá en $EE.UU. 61.000 millones, monto que no llegará a los mercados emergentes y en desarrollo; en 2008, esos préstamos habían aumentado en $EE.UU. 167 millones. Este es un momento decisivo.

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) estima que en 2009, la IED disminuirá un 10 por ciento, tendencia que contrasta radicalmente de lo observado en su encuesta de 2007 sobre las empresas transnacionales, en la cual, éstas manifestaban la intención de aumentar sus inversiones pioneras, sobre todo en mercados emergentes. La anulación de las inversiones de cartera y los proyectos de capital de riesgo es la primera onda de choque; luego viene la reprogramación de los proyectos de inversión. Esto también ocurre en el sector de servicios, ya que los bancos y las compañías de seguro frenaron su expansión, no sólo en los mercados emergentes de primer nivel como China, India y Brasil, sino también y principalmente en aquellos de segundo nivel como Tailandia, Kenya y Filipinas.

Comercio

Para medir el impacto de la crisis en el comercio de los países en desarrollo, hay que examinar indicadores de alta frecuencia como los datos mensuales sobre comercio e inversión. Cada mes, el ITC prepara informes sobre el comercio de muchos países basándose en datos proporcionados por éstos y que somete a una doble comprobación con datos de los principales importadores. Ya está disponible la información mensual de 2008 correspondiente a casi toda América Latina salvo Brasil que figura junto con Rusia, India y China en los denominados países BRIC, así como de los países miembros de la OCDE (acceso gratuito para usuarios de países en desarrollo en el sitio web del ITC: www.intracen.org). Las principales regiones y los principales países importadores presentaron informes que van hasta mayo-junio de 2009 (todos los Estados miembros de la Unión Europea; otros países de la OCDE, como Australia, Estados Unidos y Japón, y países miembros de la Asociación Europea de Libre Comercio, entre ellos, Noruega y Suiza). A continuación se indican los distintos tipos de choques comerciales que afectan a los países en desarrollo.

  • Choque del precio de los productos básicos, cuya caída obedece a la fuerte disminución de la demanda de la OCDE y los países BRIC, y afecta a gran parte del África subsahariana (por ejemplo, Benin, Kenya, Uganda y Zambia).
  • Choque de la demanda de fabricantes, cuyos pedidos se estancaron. Uno de los ejemplos más patéticos es la exportación de prendas de vestir de Camboya a Estados Unidos: las importaciones estadounidenses ascendieron a $EE.UU. 99 millones en febrero de 2009 en fuerte caída respecto a las de febrero de 2008 que totalizaron $EE.UU. 207 millones; las cifras consolidadas para los cinco primeros meses de 2009 indican una baja del 20 por ciento.
  • Choque de la demanda de servicios, por ejemplo, la del sector turístico que afectó gravemente a países como Camboya, Gabón, Kenya, Mauricio y Zambia.

Los países más diversificados, tanto por el número de mercados como por la combinación de productos y servicios que exportan, están mejor preparados para soportar estas crisis, ya que su impacto no es uniforme en todos los sectores, ni tiene la misma intensidad. Una comparación interesante es la del sector del vestido entre Camboya y Bangladesh: mientras que el primero se concentró en el segmento superior del mercado estadounidense, el segundo optó por ropa más común, tanto en la Unión Europea como en Estados Unidos. Resultado: Camboya se vio más perjudicada por la crisis que Bangladesh. La elasticidad de la demanda en los mercados de la OCDE puede variar considerablemente en lo que respecta al precio de distintos tipos de prendas de vestir. Aunque todavía es muy pronto para sacar conclusiones generales, crear líneas de productos diferentes dentro de un mismo sector podría ser lo más indicado.

Remesas

Sin lugar a dudas, las remesas a los países en desarrollo disminuirán drásticamente en 2009. En el decenio 1997-2007 revistieron una enorme importancia para los países en desarrollo donde, globalmente, su proporción respecto al producto interior bruto (PIB) pasó de 1,2 a 1,9 por ciento. En el caso de los PMA, las remesas representan casi el 6 por ciento de sus ingresos.

Alrededor del 53 por ciento de los migrantes (registrados) de países en desarrollo reside en países desarrollados y genera el 84 por ciento de los ingresos que perciben los países en desarrollo por concepto de remesas (63 por ciento, en el caso de los PMA). Con la caída a pique del empleo y los ingresos en los países de la OCDE, la presión sobre los puestos de trabajo será enorme. La disminución de los salarios y la marginación afectarán la condición social de los trabajadores migrantes y socavarán considerablemente su capacidad de mantener a sus familias y parientes más cercanos, así como de ahorrar e invertir para el futuro en su país de origen.

Por el momento, el panorama es muy sombrío. Las remesas a Kenya disminuyeron un 12 por ciento en el segundo semestre de 2008; en Camboya pasaron del 4,2 al 3,4 por ciento del PIB y se prevé que seguirán disminuyendo. Las remesas a algunos PMA provienen principalmente de una sola economía emergente; por ejemplo, Sudáfrica en el caso de Lesotho (81 por ciento) y la India en el caso de Nepal (79 por ciento). Es obvio que las remesas a estos PMA corren gran peligro.

RESPUESTAS POLÍTICAS

Internacionales

Dos variables clave de la asistencia oficial para los países en desarrollo son el flujo de la ayuda extranjera para el desarrollo (AED) y la disponibilidad de créditos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Según el Comité de Asistencia para el Desarrollo de la OCDE, 2008 fue un buen año para la AED. En volumen neto, dicha ayuda aumentó en un 10 por ciento, cifrándose en $EE.UU. 119.800 millones y la ayuda bilateral neta para el África subsahariana ascendió a $EE.UU. 22.500 millones de ese total. Los compromisos de AED se han mantenido prácticamente estables, pero el desembolso efectivo, que ya se retrasó en 2008, podría retardarse aún más.

En cuanto a los créditos del FMI para los países en desarrollo, la decisión del G-20 del 2 de abril de 2009 permite otorgar recursos adicionales a gobiernos que agotaron sus fondos. Aun así, en todos estos meses, la situación en el terreno no ha mejorado. Desde comienzos de abril de 2009, el FMI concedió 15 préstamos sustanciales a economías emergentes de América Latina, así como a Europa central y oriental, por un total de $EE.UU. 59.000 millones y $EE.UU. 45.000 millones, respectivamente. Además, aprobó la duplicación de los límites de endeudamiento para los países más pobres y revisó los criterios de condicionalidad para adecuarlos al actual contexto de crisis. Asimismo, aprobó varios créditos a través de mecanismos tales como la “Línea de Crédito Flexible”, el “Servicio para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza”, el “Servicio para Shocks Exógenos” y el “Acuerdo sobre derecho de giro”. Ahora bien, desde que el G-20 adoptó su decisión en abril, sólo se aprobaron nuevos préstamos a 18 países africanos por un total de $EE.UU. 2.200 millones. Sigue planteada la cuestión de saber si esos nuevos mecanismos no serán demasiado insuficientes y demasiado tardíos para muchos PMA y países en desarrollo de bajos ingresos.

Robert Zoellick, Presidente del Banco Mundial, exhortó a constituir un fondo de lucha contra la vulnerabilidad de los países en desarrollo por un total de $EE.UU. 15.000 millones. En una reunión de Ayuda para el Comercio (Ginebra, 6 de julio), el Sr. Zoellick reiteró su oferta de apoyar la financiación del comercio. Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas, solicitó un paquete de estímulo por valor de $EE.UU. 1 billón para los países en desarrollo. En un estudio del influyente Overseas Development Institute de Londres se aboga por un paquete de estímulo de $EE.UU. 50.000 millones para el África subsahariana. Ahora es preciso concretizar esas propuestas.

Nacionales

Los gobiernos tratan de poner en práctica políticas de gestión de los choques, “selectas” políticas keynesianas que se centran en los sectores y hogares más vulnerables. Esas políticas requieren recursos fiscales en un momento en que los ingresos del Estado disminuyeron. En algunos países en desarrollo, la magnitud de esos programas es considerable; por ejemplo, el parlamento indonesio aprobó en marzo un plan de 73,3 billones de rupias ($EE.UU. 7.400 millones), suma que equivale aproximadamente al 1,3 por ciento del PIB. El plan se centra en exenciones de impuestos, gasto en infraestructura y otras medidas de apoyo a la demanda interna y el empleo. Otras economías emergentes del G-20, como Argentina, Brasil, China, India, Sudáfrica y Turquía, adoptaron planes de estímulo que se centran en infraestructuras, reducción de impuestos y, en algunos casos, subvenciones a la exportación.

¿Qué falta aún en el ámbito comercio?

A pesar de las medidas impulsadas por el G-20 y los planes de estímulo fiscal aplicados en algunas grandes economías, siguen haciendo falta medidas concretas para ayudar a los países de bajos y medianos ingresos a afrontar los choques que afectan el comercio a nivel macro. El ITC está preparado para ayudar en ese campo.

En primer lugar, se impone estimular el comercio y urge reactivar su financiación y las líneas habituales de crédito comercial. En las iniciativas de financiación del comercio previstas por el G-20 se han de incluir medidas especiales para los países en desarrollo de bajos ingresos y adecuadas garantías financieras para sus exportadores.

En segundo lugar, los países en desarrollo necesitan un fácil acceso al asesoramiento estratégico sobre opciones viables de política comercial, tanto ofensivas como defensivas. La incorporación a la OMC de los 12 PMA que todavía no son miembros debe ser un punto central en el orden del día de la reunión prevista para fines de este año.

Por último, los países deben prepararse para diversas eventualidades, incluidas las más pesimistas, y partir del supuesto de que estamos al comienzo de una recesión profunda y prolongada que podría durar de tres a cinco años. Por consiguiente, deberían evaluar desde esa perspectiva el alcance de la diversificación de mercados y productos.


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