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Inversión responsable: ¿por qué debería interesar al capital privado?
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Forum de Comercio Internacional - No. 4/2009

Jamás los objetivos de la comunidad internacional habían coincidido tanto con el mundo empresarial. Gracias al Pacto Mundial de las Naciones Unidas, metas comunes como el desarrollo de mercados, la lucha contra la corrupción, la protección del medio ambiente y la inclusión social redundaron en una asociación y una apertura sin precedentes entre empresas, gobiernos, sociedad civil, mano de obra y Naciones Unidas. Georg Kell, Director Ejecutivo del Pacto Mundial, explica la importancia que reviste la cooperación entre los sectores público y privado para un futuro sostenible.

Las empresas de capital privado y Naciones Unidas tienen importantes metas comunes en lo que se refiere a construir una economía mundial más sostenible y estable. Estamos en medio de una convergencia histórica entre los objetivos e intereses de la ONU, por un lado, y aquellos del mundo empresarial y financiero, por el otro. Hay un deseo común de fomentar mercados sostenibles, estables e incluyentes que favorezcan los negocios, la inversión, la paz, la seguridad y el desarrollo. Para el capital privado es importante saber que estas plataformas existen y ofrecen diversos beneficios tanto inmediatos como a más largo plazo.

A principios de 2009, el Consejo de Capital Privado –red de 550 inversores institucionales con una cartera de activos de unos $EE.UU. 18 billones – adoptó oficialmente una serie de directrices resultantes de los debates en torno a los Principios de Inversión Responsable (PRI) respaldados por la ONU y que son un hito en cuanto a reconocer que las cuestiones medioambientales, sociales y de gobierno empresarial (MSG) pueden ser cruciales para los negocios y el rendimiento de los activos, por lo cual, deben incorporarse en el análisis de las inversiones y la gestión del activo subyacente. Dichas directrices aluden explícitamente al Pacto Mundial que ofrece a las empresas y sus equipos de gestión una plataforma de políticas estratégicas para gestionar las cuestiones MSG.

Contexto mundial

El mundo atraviesa una profunda transformación. Con la pesadilla de la “gran recesión” aún latente en muchos lugares, es evidente que estamos llegando al fin de más de tres décadas de desregulación. Al mismo tiempo, el centro económico mundial del crecimiento se está desplazando a Asia y, en muchas partes del mundo, la voluntad política de mantener la apertura de los mercados se está debilitando. Hoy pende de un hilo uno de los mayores experimentos de la historia: construir una economía abierta, basada en normas, que permita que cientos de millones de personas salgan de la pobreza, que los avances tecnológicos y la innovación se difundieran rápidamente por el mundo, que culturas y personas se pusieran en contacto y que en definitiva es nuestra mejor opción para crear un mundo pacífico y próspero.

También nos encontramos frente a una verdadera emergencia sistémica. El impacto del cambio climático pone en peligro la continuidad de sociedades y mercados de todo el mundo y si no se aborda, a mediados de siglo podría haber reducido un 20 por ciento la producción económica mundial. Hay un creciente consenso de que las amenazas y problemas mundiales –relacionados con los disturbios económico y financiero, la crisis climática u otras cuestiones urgentes de orden social y ambiental– son demasiado amplios, interdependientes y complejos como para que un solo sector pueda resolverlos por sí mismo. De ahí que la ONU propicie nuevas asociaciones para afrontarlos. La acción colectiva y la colaboración están al orden del día.

La transformación de la ONU

En algunos ámbitos de la ONU hubo un cambio radical que la acercó al mundo de los negocios y las finanzas. Tras tantos años de Guerra Fría, la indiferencia y la desconfianza mutua caracterizaron las relaciones entre la ONU y el sector empresarial hasta la década de 1990. Eso comenzó a cambiar hace diez años con la proclamación del Pacto Mundial, en cuyo marco la ONU invitó a las empresas a guiar sus operaciones con arreglo a diez principios universales en materia de derechos humanos, cuestiones laborales, medio ambiente y anticorrupción. La idea era que al alinear los mercados globales con un conjunto de valores compartidos y ofrecer oportunidades de acción colectiva mediante el aprendizaje, el diálogo y asociaciones se podría lograr una mayor sostenibilidad de los mercados y una propagación más rápida y amplia de los beneficios de la eficacia económica. Se pidió a ejecutivos de empresas que incorporaran esos principios en sus estrategias y operaciones, y que cada año dieran a conocer los consiguientes avances.

El Pacto Mundial no se propuso como un ejercicio de filantropía, sino más bien como un nuevo paradigma de gestión en el que se considera que las cuestiones MSG forman parte del éxito comercial a largo plazo. La ONU, por su parte, ofrece oportunidades de asociación y un espacio neutral para encontrar soluciones. Lo que comenzó como un experimento, ya que sólo 47 empresas estuvieron presentes en su lanzamiento en julio de 2000, se convirtió en la mayor iniciativa mundial y de carácter voluntario de sostenibilidad empresarial. Hoy en día, los participantes en el Pacto Mundial son más de 6.000 empresas y otras partes interesadas de más de 130 países, y cada mes, se incorporan otras 100 empresas. Están representados casi todos los sectores e industrias imaginables, tanto de las economías desarrolladas como de los mercados emergentes. Por otra parte, aunque en el Pacto Mundial figuran algunas de las empresas públicas más grandes del mundo, las empresas privadas, grandes y pequeñas, representan más de la mitad de los participantes.

¿Por qué los equipos de gestión adhieren al Pacto Mundial?

El imperativo ético de abordar las cuestiones MSG sigue siendo tan importante como hace diez años. Para algunos es incluso más importante a causa de la reciente crisis de los mercados y la pérdida de confianza en las empresas. Pero otros aspectos –como la gestión de riesgos, la mejora de la productividad, la reducción de costos y el aprovechamiento de las nuevas oportunidades que se abren al incorporar el Pacto Mundial y sus principios en las operaciones y las estrategias de negocios– se impusieron como motivaciones mucho más fuertes.

El motivo comercial de lo que llamamos “sostenibilidad empresarial”, es decir, la gestión de las cuestiones MSG, es cada vez más evidente. En un artículo de fondo sobre dicha sostenibilidad, publicado en septiembre en la Harvard Business Review, se afirma que en el futuro, sólo aquellas empresas que adopten la sostenibilidad como objetivo lograrán ventajas competitivas (véase Por qué la sostenibilidad es hoy el principal motor de innovación, página 10).

Hay innumerables ejemplos de este tipo de empresas que ya están logrando beneficios tales como la obtención de nuevas fuentes de ingresos, la reducción de los costos de explotación, la captación de los mejores talentos y, en general, una mejor imagen empresarial y de marca. Es más, los mercados parecen estar reconociendo esas nuevas realidades. Por ejemplo, un reciente estudio de RiskMetrics sobre los resultados de las 70 principales sociedades con cotización oficial que decidieron divulgar sus prácticas de sostenibilidad reveló que, desde marzo de 2007, este grupo superó los resultados del mercado mundial en un promedio del 7,3 por ciento De hecho, sus resultados fueron mejores que el índice MSCI en cada trimestre de los dos últimos años, inclusive durante los peores momentos de la crisis. Otros estudios de Goldman Sachs confirman que una gestión eficaz de las cuestiones MSG puede contribuir a mejorar los rendimientos con respecto al mercado.

No hay que olvidar que los objetivos fundamentales de la ONU y aquellos del sector privado difieren. Pero en el mundo interconectado de hoy, asegurar la sostenibilidad del mercado exige colaborar y el sector privado es una parte importante de la solución. La ONU lo entiende cada vez más y en algunos de sus ámbitos se dotó de capacidades para asociarse con empresas e inversores.

La ONU y el sector privado tienen intereses comunes, tales como:

  • crear mercados que promuevan el desarrollo y reduzcan la pobreza;
  • invertir en tecnologías limpias y eficientes para contener el cambio climático;
  • mejorar las prácticas de los lugares de trabajo, en toda la cadena de suministro y
  • aplicar políticas de buen gobierno y medidas anticorrupción.

Los Principios de Inversión Responsable

En lo que respecta a los inversores, las actividades del Pacto Mundial se centraron en los Principios de Inversión Responsable lanzados en 2006 por el Pacto Mundial y la Iniciativa Financiera del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA IF) en asociación con inversores institucionales. Hoy, los PRI son dirigidos y gobernados en gran medida por inversores institucionales que en su totalidad son asociados limitados.

Los fundamentos para lanzar los PRI se basaron principalmente en las observaciones siguientes:

  • Las cuestiones MSG pueden ser importantes para los inversores, especialmente a largo plazo. Los inversores que no las tienen en cuenta ponen en peligro los intereses y la rentabilidad de sus beneficiarios.
  • En calidad de propietarios y clientes, los inversores institucionales, en particular cuando trabajan juntos, pueden ejercer una influencia significativa en empresas, gestores de fondos, consultores e intermediarios, y utilizarla para promover mejoras en el desempeño de las empresas en cuanto a las cuestiones MSG.
  • Hace tres años no había un marco mundial que orientara a los inversores o definiera las características de esta nueva era de inversión responsable, basada en la importancia relativa, en comparación con los enfoques tradicionales de la inversión sostenible y responsable (ISR).

Negociados y redactados por un grupo de inversores institucionales y otros expertos, los PRI se proclamaron en abril de 2006, en un evento especial en la Bolsa de Valores de Nueva York. Los seis principios básicos, que comprenden temas como política de inversiones, prácticas de propiedad activa, cooperación y divulgación, se concibieron para situar las cuestiones MSG en el centro de los análisis y la toma de decisiones en materia de inversiones.

Los PRI no son una iniciativa de ISR, puesto que no se emplean filtros negativos ni se emiten juicios de valor sobre empresas o sectores. Tampoco se centran en la inversión en tecnologías limpias u otro tipo de fondos sociales especializados. Más bien, en los PRI se reconoce que incorporar las cuestiones MSG en el análisis de la inversión y mejorar la gestión de las mismas en todas las empresas y activos de cartera pueden contribuir a maximizar los objetivos de inversión a largo plazo y, a la vez, lograr que los inversores suscriban a objetivos de mayor contenido social. En otras palabras: un doble dividendo.

Al igual que en el caso del Pacto Mundial, el aumento del número de subscritores de los PRI superó las expectativas. Sus más de 550 signatarios se reparten casi a partes iguales entre propietarios de activos y gestores de activos, y la tercera categoría son los proveedores de servicios. Los signatarios de los PRI mostraron un nivel sin precedentes de colaboración y asociación, pues se unieron para alentar a empresas participadas o posibles inversores a mejorar su desempeño MSG, por ejemplo, adhiriendo a los principios del Pacto Mundial y aplicándolos. Los PRI se concibieron de manera que fueran aplicables a toda clase de activos, lo que facilitó las conversaciones con las empresas de capital privado.

¿Qué interés tienen para el capital privado?

Claramente, los capitales privados –presentes en adquisiciones, etapas intermedias de la empresa u operaciones de capital riesgo– son una fuerza importante en las finanzas internacionales y un motor de innovación empresarial. Además de los inversores, este sector cuenta con un gran número de gerentes y empleadores que influyen de forma determinante en la función social de las empresas. En numerosos aspectos, las empresas de capital privado están mucho más cerca del tejido económico y las comunidades que las empresas cotizadas en bolsa. Por ese y otros motivos, las expectativas de la sociedad respecto al capital privado serán cada vez más ambiciosas.

El capital privado tiene hoy la enorme oportunidad de superar tendencias y demostrar un nuevo nivel de liderazgo que contribuya a su éxito como inversores y gestores, así como a la definición de metas más acordes con los objetivos sociales de interés general, todo lo cual cimentará la confianza en el sector. Sanear sus actividades y crear valor a largo plazo son prerrogativas empresariales. Sin embargo, las consideraciones MSG, sobre todo las cuestiones ambientales y sociales, hasta ahora no han ocupado un lugar destacado en las decisiones de inversión y gestión. Esa es la opinión predominante de muchos asociados limitados que suscribieron los PIR y consideran que los gestores de capitales privados prestan menos atención a los riesgos y oportunidades de MSG que los gestores de fondos de capital público. 


¿Qué es el Pacto Mundial?

El Pacto Mundial de las Naciones Unidas es la iniciativa sobre responsabilidad social empresarial y sostenibilidad más grande del mundo, pues abarca más de 7.700 empresas y otras entidades de más de 130 países. Se trata de una iniciativa de política estratégica y una plataforma de liderazgo para las empresas que se comprometen a aplicar en sus operaciones y estrategias diez principios en materia de derechos humanos, normas laborales, medio ambiente y anticorrupción, aceptados universalmente.

LOS DIEZ PRINCIPIOS

Derechos Humanos
1. Las Empresas deben apoyar y respetar la protección de los derechos humanos fundamentales reconocidos universalmente, dentro de su ámbito de influencia.
2.Las Empresas deben asegurarse de que sus empresas no son cómplices de la vulneración de los derechos humanos. 

Estándares Laborales
3. Las empresas deben apoyar la libertad de asociación y el reconocimiento efectivo del derecho  a la negociación colectiva.
4. Las empresas deben apoyar la eliminación de toda forma de trabajo forzoso o realizado bajo coacción.
5. Las empresas deben apoyar la erradicación del trabajo infantil.
6. Las empresas deben apoyar la abolición de las prácticas de discriminación en el empleo y ocupación. 

Medio Ambiente
7. Las empresas deberán mantener un enfoque preventivo que favorezca el medio ambiente.
8. Las empresas deben fomentar las iniciativas que promuevan una mayor responsabilidad ambiental.
9. Las empresas deben favorecer el desarrollo y la difusión de las tecnologías respetuosas con el medio ambiente.

Anticorrupción
10. Las empresas deben trabajar en contra de la corrupción en todas sus formas, incluidas la extorsión y el soborno.

Más información en: http://www.unglobalcompact.org/Languages/spanish/Los_Diez_Principios.html


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