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Las empresas y sus reacciones después de Cancún
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© Centro de Comercio Internacional, Forum de Comercio Internacional - No. 4/2003

Quienes celebraron el fracaso de la Conferencia Ministerial de la OMC en Cancún no fueron los empresarios. Entre éstos, dicho fracaso suscitó una gran preocupación.

Los exportadores, sea de países en desarrollo o de países desarrollados, esperaban que en la Conferencia surgiesen orientaciones para que los negociadores pudieran salvar las diferencias que separaban a los países Miembros respecto de varias cuestiones esenciales. Antes de Cancún, los empresarios estaban preocupados por problemas como el acceso a los mercados, pero no sobre el futuro del sistema multilateral de comercio. Después de Cancún, dicho futuro también les parece incierto.

Buscando opciones

“Hay que suscribir acuerdos bilaterales o regionales”, propusieron algunos tras la frustración de Cancún. En las exportaciones de los países en desarrollo suelen predominar los alimentos, los textiles, la ropa, el calzado y otros géneros de consumo, a menudo sujetos a restricciones a la importación. “Lo que nos importa es conseguir mejores condiciones de acceso a los principales mercados. Si la OMC es incapaz de hacerlo, los gobiernos deberían explorar otras soluciones, sean o no multilaterales.” Tal fue la primera reacción de algunos representantes oficiales.

Es cierto que algunas cuestiones pueden negociarse a nivel bilateral (por ejemplo, los aranceles industriales). Pero muchas otras no pueden ser resueltas entre dos países, como los problemas “básicos” que persisten después de más de 50 años de negociaciones comerciales multilaterales en la OMC (y antes en el GATT, Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio). El alto nivel de los aranceles, algunas políticas agrícolas, las medidas sanitarias y fitosanitarias, los obstáculos técnicos y las normas y prácticas en materia de sanciones y medidas correctivas siguen siendo poco favorables a las exportaciones, a pesar de los esfuerzos desplegados en las ocho series de negociaciones comerciales multilaterales anteriores. ¿Es razonable pensar que los países en desarrollo podrán superar estas dificultades negociando bilateralmente? ¿Podrían convencer, por ejemplo, a la Unión Europea de que cambie su Política Agrícola Común (CAP), o a los Estados Unidos de que modifiquen sus normas antidumping?

No hay alternativas realistas al multilateralismo

El bilateralismo no puede reemplazar al sistema multilateral de comercio, porque las mejoras de acceso a los mercados a corto plazo tendrían un costo mucho más alto que en un marco multilateral. Los acuerdos bilaterales de apertura de mercados pueden ser económicamente muy gravosos para los países en desarrollo, incluso cuando no tienen un sector industrial que proteger. Por ejemplo, para los importadores de bienes de inversión podría ser más barato importar mercancías libres de impuestos desde países con los que hay acuerdos bilaterales, descartando otras fuentes sujetas a altos aranceles. Pero las máquinas importadas libres de impuestos tal vez no sean las más eficaces para las actividades de los destinatarios.

El ‘trato especial y diferenciado’ y la protección de los sectores emergentes también son temas difíciles de definir en un contexto bilateral. La estabilidad y aplicabilidad de derechos, basados en acuerdos bilaterales, son más inciertas entre países de capacidad económica desigual. Consideremos, por ejemplo, un conflicto comercial reciente: ¿qué países en desarrollo hubiesen sido capaces, por separado, de convencer a los Estados Unidos de suprimir los aranceles especiales impuestos al acero importado? Fue gracias al sistema de solución de diferencias de la OMC que los Estados Unidos decidieron poner fin a la aplicación de aranceles incompatibles con la OMC.

La complejidad de la aplicación de acuerdos bilaterales o regionales múltiples, cada uno de los cuales con diferentes condiciones, es otro motivo de inquietud. Por ejemplo, la imposición de aranceles distintos a un mismo producto, en función del país de origen, es una pesadilla para los negociantes. Conforme vaya aumentando el número de acuerdos bilaterales, una situación ya difícil podría empeorar dramáticamente.

La mayoría de los actuales acuerdos regionales, en los que los países en desarrollo no participan, tampoco ofrecen una alternativa comparable al sistema multilateral de comercio, ya que el volumen del comercio intrarregional sigue siendo reducido. Por ejemplo, el comercio intrarregional africano se eleva a sólo un 10% del total de exportaciones, si bien sigue aumentando. La situación no es mucho mejor en otras regiones en desarrollo, donde los países tienen estructuras de exportación semejantes, lo que no favorece el comercio. En la Unión Europea, en cambio, el comercio intrarregional supera el 60%, lo que ofrece, al menos por ahora, oportunidades más realistas para sus miembros.

Reanudar las negociaciones de la OMC

El fracaso de Cancún ha hecho comprender al sector empresarial de los países en desarrollo que no hay alternativa viable al sistema de la OMC. Las empresas exigen que los gobiernos vuelvan a la mesa de negociaciones. Han comprendido que para obtener concesiones comerciales también hay que hacerlas. En palabras de un experto africano, “la OMC no es una iglesia ni una organización caritativa, sino un mercado, donde se aplica el principio de reciprocidad. Los países en desarrollo deben estar preparados para ceder algo a cambio de lo que desean conseguir”. Las empresas de estos países están dispuestas a pagar el precio necesario para proteger y promover sus propios intereses.

Movilización empresarial después de Cancún

Las organizaciones empresariales deberían evaluar las consecuencias que para ellos tiene el fracaso de Cancún, y discutir con sus gobiernos la política a seguir para resolver los problemas relacionados con el comercio. Las empresas de la mayoría de los países en desarrollo y economías en transición son partidarias de reanudar las negociaciones sobre la agricultura, el acceso para los productos no agrícolas, el comercio de servicios, y el trato especial y diferenciado. Sus directivos están proponiendo entablar negociaciones sobre una o dos de las ‘cuestiones de Singapur’, a saber, la facilitación del comercio y/o la transparencia en las compras públicas.

Las organizaciones empresariales tienen el deber de alertar a los responsables de las políticas gubernamentales ante las posibles consecuencias de una nueva demora. Las organizaciones empresariales también deberían buscar soluciones alternativas a los problemas comerciales, señalando las ventajas e inconvenientes, a corto y largo plazo, de las iniciativas bilaterales, regionales y multilaterales.

Desde lo ocurrido en Cancún, las empresas saben que las negociaciones en torno al Programa de Doha para el Desarrollo tendrán repercusiones importantes, no para algunos obstáculos comerciales específicos, sino también para el futuro de todo el sistema comercial.


Preocupaciones de las empresas antes de Cancún

Entre enero y agosto de 2003, el CCI celebró una serie de reuniones regionales tituladas “Empresas para Cancún”, en las que dirigentes empresariales y negociadores comerciales se prepararon para la Conferencia Ministerial. Estas son algunas de las preocupaciones planteadas en dichas reuniones:
  • Las exportaciones agrícolas son frenadas por los subsidios, los aranceles elevados, los contingentes y las medidas sanitarias y fitosanitarias a que recurren los países desarrollados (todas las regiones).
  • La producción agrícola nacional necesita una protección sustancial (región del Caribe).
  • Están subiendo los aranceles, mientras pierde terreno el trato preferencial en los países desarrollados (varias regiones).
  • La integración de los textiles y las prendas de vestir en el ámbito de la OMC no garantiza automáticamente un grado más alto de liberalización comercial (Asia).
  • Los países desarrollados deberían abrir su sector servicios, y en especial la banca y los seguros (región del Caribe).
  • Debería prestarse más atención a las negociaciones sobre la libre circulación de personas en virtud del modo 4 de suministro previsto en el Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (varias regiones).


Preocupaciones de las empresas después de Cancún


Los comentarios recibidos en el debate electrónico final de “Empresas para Cancún”, celebrado en octubre de 2003, luego de la Conferencia Ministerial, mostraron el interés de las empresas por proseguir las negociaciones comerciales y hacer oir su voz:
  • “Sería preferible reanudar cuanto antes las negociaciones de Doha” (un participante de Haití).
  • “Los acuerdos regionales y bilaterales podrían servir de pretexto para sustituir la OMC, pero ese enfoque no será viable a largo plazo. Ahora bien, a los países no les queda de momento más alternativa que recurrir a dichos acuerdos” (un participante de Tailandia).
  • “El sector privado no es un interlocutor oficial en el marco de la OMC. Por ende, las cuestiones que interesan a las empresas siguen siendo ignoradas, mientras se prefieren temas políticos o de otra índole” (un participante de Jamaica).
  • “El problema de Cancún hace resaltar la necesidad de celebrar serias consultas con las empresas, a nivel nacional e internacional” (un participante de Zimbabwe).
  • “Estoy decepcionado por los resultados de Cancún. Mi preocupación inmediata es que sigan disminuyendo los aranceles a las importaciones agrícolas” (un participante de Tailandia).
  • “En términos estrictos de capacidad y habida cuenta del programa de trabajo, no era posible negociar las cuestiones de Singapur” (un participante de Jamaica).
  • “Los gobiernos buscarán barcos bilaterales para llegar a puertos multilaterales” (un participante de Pakistán).

Para más detalles, diríjase a Peter Naray, Asesor Principal del CCI en Sistema Multilateral de Comercio ()


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