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Políticas acertadas para aliviar la pobreza
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Forum de Comercio Internacional - No. 3-4/2008

Women Thrive 2008 © ITC

En la actual crisis financiera, los gobiernos deben ofrecer oportunidades a las mujeres que viven en la pobreza, incorporándolas al diálogo sobre políticas.



 En el actual clima económico, resulta difícil imaginar que se puedan lograr avances en el acceso a los mercados y la creación de capacidades comerciales para los países en desarrollo. Pero lo cierto es que sigue habiendo oportunidades de carácter bilateral o multilateral para impulsar políticas que faciliten a las mujeres pobres de todo el mundo el acceso a los mercados mundiales, el crédito y los conocimientos técnicos.

Women Thrive Worldwide (ex Women's Edge Coalition) es una organización sin ánimo de lucro que tiene por cometido lograr que las políticas estadounidenses favorezcan oportunidades económicas para mujeres que viven en la pobreza. Women Thrive Worldwide (WTW) engloba a más de 50 organizaciones y 25.000 personas en torno a la convicción de que la autonomización de la mujer no sólo es un derecho, sino la solución más eficaz a largo plazo para luchar contra la pobreza en el mundo.

En las condiciones excepcionales del comercio actual, la WTW asesora a los legisladores de Estados Unidos sobre el interés de dar un trato preferencial a las mujeres de los países en desarrollo y a sus economías, lo que también tiene efectos positivos para la economía estadounidense. Además, se esfuerza por extender la incorporación de la perspectiva de género a las políticas comerciales, la creación de capacidades y los programas de desarrollo sostenible. Desde una perspectiva holística, 2009 podría ser un año productivo en el comercio mundial.

Comercio mundial, crisis financiera y situación de la mujer

En esta década, algunas de las regiones más pobres del mundo comenzaron a salir de la pobreza. En los seis últimos años, por ejemplo, las exportaciones de África aumentaron casi US$ 240.000 millones, monto que supera ampliamente la asistencia humanitaria de los países ricos o las remesas de los 16 millones de africanos que trabajan en el extranjero. En todo el continente se crearon más de 100.000 puestos de trabajo en la industria textil de exportación y hasta 90% de los mismos es ocupado por mujeres que vivían en la pobreza. Se estima que cada mujer empleada en el sector textil asegura el sustento de siete miembros de su familia.

Ahora bien, a medida que en Europa y Estados Unidos se frene el gasto debido a la crisis financiera mundial, las exportaciones de África disminuirán drásticamente y harán peligrar miles de nuevos empleos en la manufactura. Las mujeres buscarán empleo en el sector informal de la economía donde prácticamente no tendrán seguridad laboral y serán las primeras en quedarse sin trabajo. Incluso cuando son empleadas en el sector formal, las mujeres afrontan dificultades desproporcionadas, ya que en las fábricas suelen contratarlas como trabajadoras no calificadas y en caso de despidos también corren el riesgo de perder el empleo antes que los hombres.

Pero los efectos de la crisis financiera no se limitarán a las exportaciones. En los países de bajos ingresos, las mujeres tendrán que costear la alimentación y la vivienda con menos dinero enviado por sus familiares del extranjero. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, las remesas hacia América Latina ya disminuyeron.

Otro avance de la última década es el microcrédito: millones de mujeres (las más pobres del mundo) obtuvieron préstamos de poca cuantía para iniciar sus negocios y tener acceso a los mercados mundiales. La crisis también hace peligrar, y tal vez más, los pequeños préstamos sin garantía. Además, a diferencia de muchos otros prestatarios, las mujeres pobres tienen pocas fuentes alternativas de financiación.

Productoras de alimentos y sustento de sus familias, las mujeres de todo el mundo en desarrollo ya están sintiendo el peso de otra crisis: el aumento del precio de los alimentos. En el África subsahariana, por ejemplo, las mujeres producen hasta un 80% de los alimentos destinados al consumo doméstico y la venta. La desaceleración económica retrasará las inversiones en la agricultura y en proyectos de infraestructura que son vitales para las perspectivas a largo plazo de esas sociedades.

Huelga decir que todo esto ocurre mientras los países desarrollados destinan miles de millones de dólares al rescate de sus bancos y sistemas financieros; es probable que estos mismos países recorten sus presupuestos de ayuda internacional.

El aumento del comercio local, regional y mundial puede cumplir un papel crucial en el aporte de la viabilidad económica que las mujeres necesitan para su propio sustento y el de sus familias y economías nacionales. Por lo tanto, a la hora de idear soluciones y definir futuras políticas de comercio internacional, los formuladores de políticas de Estados Unidos y otros países deberán tener en cuenta el rol de la mujer en la economía mundial.

Aunque las mujeres corren un riesgo desproporcionadamente alto de ser pobres, en muchas culturas son ellas quienes aseguran el bienestar de sus familias. De ahí que invertir en las mujeres sea una estrategia eficaz para reducir la pobreza mundial.

Tener en cuenta a la mujer en el diálogo sobre políticas

Aunque Estados Unidos necesita estabilizar sus mercados, no es el momento de frenar las facilidades de acceso a los mercados y oportunidades económicas en todo el mundo. De momento, no se sabe cuál será la actitud de la nueva administración ante sus socios internacionales en el comercio y la economía.

Los líderes de la Cámara de Representantes y el Senado señalaron que van a revisar todos los programas de preferencia comercial de Estados Unidos, lo que podría redundar en una oportunidad de apertura o, por el contrario, en un aumento del proteccionismo estadounidense. El compromiso con una mayor protección laboral y ambiental debería ayudar al nuevo gobierno a encontrar un terreno común con los líderes demócratas del Congreso, renuentes ante la posible ampliación del comercio. Un mayor consenso, así como las nuevas protecciones en sí, deberían ser beneficiosos para las trabajadoras, agricultoras y empresarias. Además, la colaboración respecto a las prioridades de asistencia para el ajuste del comercio interno podría ampliar las posibilidades de debate sobre la forma en que el comercio puede beneficiar a los países en desarrollo.

Pese a la crisis financiera o al temor de que Estados Unidos adopte un enfoque menos dinámico del comercio mundial, se abren vías de estudio sobre la manera en que algunos aspectos del comercio pueden ayudar a las economías tanto a escala nacional como en el extranjero. A nuestro juicio, el sistema de aranceles y contingentes en vigor es involuntariamente perjudicial para los países menos adelantados (PMA) y los programas de preferencias comerciales compensatorias a menudo dejan de lado a los países más pobres. La solución consiste en mejorar el acceso de los PMA, ampliando al 100% las importaciones de estos países exentas de derechos y contingentes para abarcar aquellos sectores donde las mujeres son mayoría, como la agricultura y los textiles, y asegurar beneficios permanentes que estimulen la inversión a largo plazo y el crecimiento sostenible. Es hora de entablar un diálogo abierto sobre esta cuestión en Estados Unidos.

Por último, la enorme magnitud de la crisis financiera requiere una mayor colaboración y soluciones multilaterales. De esta colaboración podría resultar un enfoque más sincronizado para abordar otras cuestiones comerciales urgentes, es decir, un impulso más sólido y coordinado de la iniciativa "Ayuda para el Comercio".


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