`La cruda realidad es que los países en desarrollo deben prever y prepararse para una disminución del comercio, los fl ujos de capital, las remesas, la inversión interna y la desaceleración del crecimiento.´
Estas palabras de Robert Zoellick, Presidente del Banco Mundial, son tan realistas como inquietantes. Aunque no ocupan el centro de la economía mundial, los países en desarrollo están a su merced y dependen del comercio, la inversión y las ayudas, lo que nunca resulta tan evidente como en épocas de crisis.
La financiación del comercio es fundamental para el funcionamiento del sistema financiero y comprende cuatro elementos: facilitación de pagos, financiación, mitigación del riesgo y flujo puntual de información.
Los efectos de la crisis financiera mundial se hicieron sentir en todas las cuentas y, como es natural, dado el énfasis que se pone actualmente en evitar el riesgo, las consecuencias de la reducción de la financiación del comercio son más graves para las pequeñas y medianas empresas (PYME) y los mercados emergentes.
Las relaciones entre bancos, agencias de crédito a la exportación, bancos de inversión y otros proveedores de financiación del comercio son críticas para su disponibilidad oportuna. Estas relaciones se cimientan en la confianza, tanto en la integridad como en la viabilidad financiera de los proveedores de dicha financiación, confianza que en el clima actual se evaporó. A raíz de ello, el déficit de financiación del comercio, estimado en US$ 25.000 millones, afecta a todos los países en desarrollo. Los bancos extraterritoriales que otorgaban créditos, se derrumbaron. Ni siquiera el recurso cada vez mayor a agencias de crédito a la exportación y la mayor intervención de las Instituciones Financieras Internacionales (IFI) y sus diversos programas de facilitación del comercio logran abordar de lleno el problema.
Otra preocupación, común en los países en desarrollo, es la falta de diversificación de los mercados de exportación. Un pequeño puñado de industrias tiende a formar el grueso de las exportaciones de cada país y el problema se ve agravado por mercados de exportación limitados, siendo los actores clave la Unión Europea, Estados Unidos y Asia. La crisis económica que afrontan estos mercados también afecta a los países en desarrollo que dependen de su comercio. La demanda de los consumidores está disminuyendo y acecha la amenaza de un creciente proteccionismo de Occidente. Las repercusiones se hacen sentir en todos los eslabones de las cadenas de suministro.
Ahora bien, el impacto de la crisis financiera no se limita a los mercados de exportación ya que los ingresos internos también se ven amenazados desde varios frentes. Se le está diciendo a los países en desarrollo que se preparen para importantes disminuciones de las donaciones de ayuda y las remesas. Por ejemplo en Tonga, se informó que desde que comenzara la crisis mundial, las remesas acusaron una disminución del 40%. La inversión extranjera se está enlenteciendo en virtud del propósito de minimizar el gasto y mitigar el riesgo. Incluso aquellos países en desarrollo cuyas proyecciones de futuro parecían saludables meses atrás, hoy han de esperarse que el comercio y la inversión se debiliten de cara al empeoramiento de la crisis.
`El crujido del crédito en todo el mundo ha empeorado una situación que ya era mala. Ahora que es tiempo de restricciones, las consecuencias para el sector serán devastadoras ´, comenta Chinyemike Torti, Director Ejecutivo de la Federación de Exportadores de Nigeria.
A pesar de la preocupación, algunos expertos ya hablan de un retorno de la liquidez y los esfuerzos combinados de las IFI, las agencias de crédito a la exportación y proveedores no tradicionales de financiación del comercio facilitarán el acceso a ésta en apoyo del comercio mundial.
SRI LANKA
Hay que corregir la falta de diversifi cación
Subhashini Abeysinghe, Economista, Cámara de Comercio de Ceilán, Sri Lanka
Al igual que la mayoría de los países en desarrollo, Sri Lanka tiene una cesta de exportación poco diversificada y cuatro sectores contabilizan casi el 70% de las exportaciones: confección (41%); té (13%); caucho y productos de caucho (8%), y gemas y joyería (7%). El problema se ve aún más agravado por la escasa diversificación de los mercados de exportación; la Unión Europea y Estados Unidos acaparan más del 60% del total de exportaciones del país.
Los peligros de esta falta de diversificación se hacen sentir agudamente en tiempos de crisis. Los dos principales mercados de las exportaciones de Sri Lanka atraviesan una recesión y la demanda de importaciones de esos países disminuyó. Los exportadores tropiezan con dificultades no sólo para obtener pedidos, sino también para asegurarse el pago de aquellos que consiguen. A la vez, se teme un creciente proteccionismo de Occidente que acentuará las dificultades que afrontan los exportadores de países en desarrollo.
En 2007 y 2008, el rápido aumento del precio de los productos básicos acrecentó el valor de las exportaciones de Sri Lanka, pero la baja de dichos precios en el último trimestre de 2008 está surtiendo un efecto negativo en los ingresos del país por ese concepto.
Debido a las limitaciones de liquidez que afrontan los bancos y el riesgo creciente de impagos, a los exportadores les resulta cada vez más difícil obtener créditos comerciales de los bancos. Los pagos atrasados, la cancelación de pedidos y la baja de los precios enviaron ondas de choque a través de toda la cadena de suministro y la escasez de efectivo se hizo sentir hasta en la tiendita de la esquina del pueblo más apartado.
En tiempos como estos hace falta flexibilidad en cuanto al despido de trabajadores a fin de mantener la sostenibilidad y la empleabilidad a largo plazo. Pero Sri Lanka es uno de los países más caros en la materia, pues la indemnización por despido se estima en 169 semanas de salario.
La baja de precios es un fenómeno natural cuando hay una oferta excesiva respecto a la disminución de la demanda de los consumidores. Sri Lanka es un destino de manufactura de costo relativamente alto en comparación con la mayoría de los demás países en desarrollo; de ahí que a los exportadores les resulte difícil mantener el margen de ganancias y, a la vez, conceder los descuentos que piden los compradores.
El déficit fiscal del Estado ha sido relativamente alto, lo que también impide proporcionar un paquete de estímulo a la economía. No obstante, en estos momentos de crisis, es imperativo que el sector privado y el Gobierno colaboren para respaldar a las empresas con la mínima pérdida de empleo y promover estrategias que conviertan los retos actuales en oportunidades de futuro crecimiento.
Por ejemplo, con ayuda de organizaciones de apoyo empresarial y gubernamental, los exportadores están empezando a explorar nuevos mercados emergentes como la China, la India, la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN) y Oriente Medio. Las empresas de exportación también estudian la posibilidad de aumentar sus ventas internas.
Además, se han propuesto fondos concesionales con garantía del Gobierno para superar los problemas de acceso a la financiación y costo de la misma. También se solicitó la refinanciación de préstamos y la suspensión provisional o la reducción de la penalización por atraso en el pago de reembolsos. Para ayudar a los exportadores a superar problemas de liquidez, los sectores más castigados por la crisis pidieron exenciones fiscales a título transitorio. A su vez el sector privado ejerció presiones ante el gobierno para que redujera las tarifas de electricidad de todos los sectores y eliminara la sobrecarga existente. La baja de los precios globales del combustible podría facilitar tal reducción sin ninguna carga fiscal para el Estado. El reto consiste en establecer un equilibrio entre la necesidad de ingresos del Estado y la necesidad de reducir el costo de hacer negocios.
Adaptado de: “Coping with the Financial Crisis – Experience of Sri Lankan Exporters”, World Trade Net Business Briefing, ITC.
GHANA
En guardia contra la reducción del comercio y el apoyo de donantes
Ernest Aryeetey Director, Charles Godfred Ackah Investigador, Instituto de Investigaciones Estadísticas, Sociales, y Económicas de la Universidad de Ghana, Legon
En general, las perspectivas de crecimiento económico de Ghana a largo plazo parecen favorables pero, tal vez, los recientes acontecimientos en los mercados financieros mundiales tengan algún impacto en aquellas a corto plazo. Cuando la amenaza de recesión global afecte a los socios comerciales e inversores de Ghana, también afectará a la propia economía del país. Aumenta la incertidumbre en cuanto a la manera en que Ghana puede mantener un ritmo sostenido de crecimiento económico frente a la atonía de la demanda en los principales mercados desarrollados.
A principios de este año, comentando la crisis financiera mundial, el entonces Presidente John Kufuor se congratulaba de que aún no hubiera afectado al país directamente y aseguraba a la nación que el Gobierno seguía de cerca los acontecimientos a fin de anticiparse y prevenir cualquier peligro para la economía. Entretanto, el Ministerio de Finanzas y Planificación Económica ya indicó que cabe esperar que el apoyo de los donantes a los países en desarrollo disminuya y la crisis financiera mundial aseste un duro golpe a la economía de Ghana, motivo por el que hiciera un llamado urgente al país para reforzar la movilización y la gestión de sus ingresos internos.
La mayoría de analistas opina que el efecto potencial más dañino provendrá de la disminución de remesas y flujos de capital. Las remesas que reciben personas y hogares apuntalan firmemente la economía de Ghana y en 2007, su monto ascendió a unos US$ 1.600 millones. Pero a medida que el flujo empieza a descender, los dedos apuntan a la crisis mundial.
Más aún, es probable que los inversores internacionales posterguen su compromiso con proyectos comerciales en el país. El Centro de Promoción de Inversiones en Ghana advirtió que el cuarto trimestre de 2008/2009 podía ser duro para el clima inversor del país, pese a las impresionantes ganancias del tercer trimestre.
Otro punto a considerar es el impacto de la baja del precio del petróleo crudo. Dado que Ghana importa petróleo, lo normal sería que se alegrara de esa baja pronunciada, pero el país tiene previsto empezar a exportar crudo muy pronto y es ahí donde más se dejarán sentir los efectos a largo plazo de la crisis financiera. Aunque Ghana cuenta con sólidos fundamentos económicos, el Banco Central no es optimista en cuanto a las probabilidades de contener choques externos. Preocupa particular y concretamente, el debilitamiento de los mercados de productos básicos, pues la recesión desacelera la demanda agregada.
Ghana depende mucho de la Unión Europea, Estados Unidos y Asia en términos de mercados de exportación, remesas, turismo y ayuda para el desarrollo. Una disminución pronunciada de estas fuentes afectará gravemente la economía de la nación.
El banco sostuvo que hasta ahora, el efecto del desbarajuste fue limitado y señaló que los empréstitos externos pendientes de reembolso por los bancos como fuente de financiación de sus actividades, la composición de las líneas de crédito existentes y la baja posición abierta neta del sector indican que el sistema bancario no está expuesto en demasía.
Adaptado de: “The Global Credit Crunch – Implications for Ghana”, Voices from the South - the Impact of the Global Financial Crisis on Developing Countries, Institute of Development Studies, Sussex
BRASIL
Reestructuración del sector financiero
Otaviano Canuto, Vicepresidente para Países, Banco Interamericano de Desarrollo
A mediados de septiembre de 2008, cuando, la crisis financiera mundial entró en su fase aguda, Brasil experimentaba un repentino choque negativo en sus flujos de capital extranjero. La salida de inversiones de cartera y la liquidación de operaciones de acarreo se aceleraron bruscamente. Incluso las líneas de crédito comercial de bajo riesgo se desvanecieron. A raíz de ello, los mercados de valores nacionales cayeron en picada y la moneda nacional sufrió una pronunciada depreciación en cuestión de días, mientras que el índice de bonos de países emergentes y los diferenciales de permutas de cobertura por incumplimiento crediticio aumentaron sustancialmente.
El apresuramiento por salir del paso obedeció a factores externos como la cobertura de pérdidas y los pedidos de operación en descubierto en otras partes; la preservación de la liquidez de bancos extranjeros o, simplemente, como respuesta frente a la aversión al riesgo que aumenta de manera sistémica. No obstante, muy poco después hubo un freno del mercado interbancario nacional y el crédito en general.
Las condiciones internas de crédito se deterioraron y surgió una forma peculiar de congelación del crédito en el núcleo de las economías más avanzadas. La devaluación de la moneda nacional y la repentina sequía de la financiación extranjera causaron un brote de incertidumbre sobre la salud de las empresas locales, tanto en el sector bancario como en los demás. Se difundieron noticias de que las empresas y los bancos más pequeños afrontarían una vulnerabilidad sin precedente a la depreciación del tipo de cambio, debido a la exposición a través de derivados, lo que inmediatamente dio lugar a sospechas de ocultación de `activos tóxicos´ y balances frágiles.
El sector público brasileño había aprovechado los superávits de cuenta corriente y la bonanza de capital extranjero de los últimos años para reducir su deuda externa y retirar deuda pública denominada en dólares, al punto de adquirir una exposición negativa al dólar. De hecho, la reciente depreciación del tipo de cambio incluso contribuyó a reducir la proporción de la deuda pública respecto al PIB. Por el contrario, en el sector privado, la confianza en una moneda nacional fuerte se había arraigado tanto que algunas empresas aceptaban proveer a los bancos de opciones de venta a precio fijado en dólares, a cambio de costos más bajos de financiación. La inversión de la tendencia del dólar fue seguida de una sorprendente revelación de pérdidas corporativas –realizadas y no realizadas– y una restricción generalizada del crédito en todo el país.
A partir del 6 de noviembre de 2008, el Banco Central vendió US$ 5.200 millones (el 2,6% de las reservas internacionales) en el mercado al contado, en combinación con ventas derivadas de US$ 25.800 millones mediante el intercambio de monedas. Además, se proporcionó liquidez provisional en dólares mediante acuerdos de recompra, tanto en el mercado al contado (US$ 4.800 millones) como fuera (US$ 3.300 millones).
La caja de guerra de las intervenciones recibió un voto de confianza cuando el Banco Central de Brasil fue incorporado en la red de líneas de intercambio de monedas de la Reserva Federal de Estados Unidos. En noviembre de 2008, las líneas de crédito comercial habían vuelto a la mitad del nivel en que se encontraban antes de mediados de septiembre, mientras que el tipo de cambio había remitido del pico y rondaba niveles no dramáticos. Esto último mitigó los temores en torno a un estrés financiero más agudo de las empresas y un aumento de los riesgos crediticios para los bancos de contraparte que estaban al otro lado de las empresas en estructuras de derivados de la moneda.
En lo que respecta al crédito interno, además de ampliar sus políticas de redescuento, el Banco Central atenuó la rigidez de larga data de sus requisitos de reserva mediante una serie de iniciativas que pueden redundar en una liberación de liquidez superior al 5,7% del PIB y el 5,6% del total de activos bancarios.
La fase de pánico y absoluta congelación financiera parece haber terminado, pero no sin consecuencias. En octubre, las cifras preliminares de crédito interno apuntaban a una sostenida vuelta atrás del largo camino de expansión que se había recorrido. La mayoría de los principales indicadores de producción y demanda industriales también sugerían una sensible desaceleración económica en el último trimestre de 2008.
Antes del crujido del crédito, la absorción interna superaba el crecimiento potencial del PIB y subsisten dudas en cuanto a saber si la desaceleración del consumo y la inversión bastará para contrarrestar los efectos inflacionarios de los actuales niveles más depreciados de los tipos de cambio. Por otra parte, el Gobierno de Brasil conserva un arsenal de reservas monetarias extranjeras e instrumentos fiscales y cuasifiscales a los que echar mano en caso de que haya nuevos choques externos o que la desaceleración de la demanda interna se profundice demasiado.
Adaptado de: “Impacts of The Financial Crisis on Brazil”, Voices from the South - the Impact of the Global Financial Crisis on Developing Countries, Institute of Development Studies, Sussex.