Las alfombras hechas a mano y los kilims de hoy tienen tras de sí una tradición milenaria.
Se piensa que la confección de alfombras anudadas comenzó a practicarse hace unos 3.500 años, en Asia central, región de encuentro de muchas civilizaciones. Para protegerse de los rigores del clima, las tribus migrantes fabricaban sus tiendas con pelo de cabra. Este material – más largo y sólido que la lana de oveja – llevó a los artesanos a desarrollar la técnica del tejido liso, que producía telas suaves y compactas. Las tiendas hechas con estos tejidos eran prácticamente impermeables. La técnica se aplicó luego a la confección de revestimientos para aislar el piso de la tienda de la humedad del suelo de tierra: habían nacido los primeros kilims.
Con el tiempo, el arte del tejido fue evolucionando y los kilims se utilizaron para otras funciones prácticas: como separadores de ambiente en las tiendas, o como mantas, tapices de oración, albardas y hasta mecedoras. Para mejorar los jergones rellenos con hojas que usaban en sus tiendas o para poder plegar las colchonetas y atarlas fácilmente sobre sus monturas, los nómades comenzaron a imitar la textura de las pieles de animales, insertando pelo a los tejidos básicos lisos: aparecieron así las primeras alfombras de nudo aterciopeladas.
Según la datación por carbono 14, la alfombra aterciopelada más antigua conservada hasta hoy – descubierta en 1947 en los montes Altai, de Siberia, y exhibida en el Museo del Hermitage, en San Petersburgo – fue confeccionada en el siglo V, a. de C.
De tiempos remotos hasta los mercados de hoy
Desde entonces, las alfombras hechas a mano y los kilims han acompañado al hombre, sea en modestas moradas o en magníficas residencias y palacios. Su variedad de diseño y confección traduce la riqueza de las distintas tradiciones ancestrales, mantenidas generación tras generación; su comercio ha sido siempre una actividad floreciente. En nuestros días, el tejido de alfombras constituye la actividad artesanal de exportación más importante para muchos países en desarrollo.
ABC de los kilims y alfombras
¿Qué es un kilim?
El kilim es un tapiz liso, tejido en telares manuales por mujeres de las tribus nómades y las poblaciones rurales de Asia, Europa Oriental y África del Norte. Según el país, se lo denomina también kelem, jilim, kelim, llelim, karamanie, palas o janbel. Por lo general, la urdimbre (los hilos lon-gitudinales) es de lana, y la trama (los hilos transversales), de lana o algodón. El método básico de tejido consiste en pasar las tramas por encima y por debajo de los hilos de la urdimbre. A veces, el kilim puede consistir de dos o más segmentos cosidos; las costuras quedan disimuladas en su diseño. En uno de los lados más cortos, el kilim suele terminar en un fleco, y en el lado opuesto, en un borde tejido. Los lados más largos suelen llevar un motivo tejido.
Dado que los hilos de colores están totalmente tejidos en el tapiz, éste es reversible. Aunque se puede distinguir entre un derecho y un revés, la diferencia es tan tenue que se usa cualquier lado. En otra época, los colores se obtenían de tintes vegetales por procedimientos que eran secretos de familia.
En los motivos de los kilim nunca figuran flores o follaje, sólo figuras rectangulares influenciadas por las tradiciones, creencias y entorno del diseñador. Los colores y diseños son exclusivos de cada región productora, lo que facilita la identificación de su origen.
Hasta hace poco, los kilims se destinaban al consumo doméstico. Ahora, gozan de una gran popularidad en los principales mercados de consumo debido a sus cualidades estéticas, su precio relativamente abordable y las tendencias predominantes en la decoración de hogares, que, al calor de los viajes internacionales, ha integrado piezas de diversos orígenes.
Calidad comparativa de los kilims
• Inalterabilidad de tintes y colores. Se trata del factor más importante. El color de las tramas de buena calidad – que han sido teñidas correctamente o lavadas dos veces antes de usarlas – no desluce con el lavado o tras una larga exposición a la luz natural.
Cómo probarlo: Frote el kilim con un paño blanco húmedo, que debe seguir blanco.
• Densidad de los hilos en las tramas. A mayor número de hilos, mayor calidad.
Cómo probarlo: Al estirar el kilim, la parte tensa no debe deformarse fácilmente.
• Urdimbre. Si los hilos de la urdimbre son visibles, significa que la densidad del tejido es insuficiente y la calidad, inferior.
Cómo probarlo: La urdimbre, casi siempre de color blanco, no debe verse.
• Peso. Mientras más liviano es el kilim, mejor es su calidad.
• Diseño. La asimetría de los motivos y la irregularidad de las armonías cromáticas son signos de la creatividad y espíritu de improvisación del tejedor o la tejedora.
¿Qué es una alfombra tradicional?
La alfombra tradicional genuina, también llamada «alfombra oriental», está hecha de nudos, enlazados a mano sobre una tela lisa o aterciopelada, y es producida en países cuya tradición de tejido remonta a tiempos inmemoriales: Afganistán, Armenia, Azerbaiyán, China, Egipto, India, República Islámica del Irán, Marruecos, Mongolia, Nepal, Pakistán, Rumania, Túnez y Turquía.
De forma alargada, la alfombra está confeccionada total o parcialmente con lana, seda, algodón o yute. Los bordes están protegidos por un doblez o una costura, y los hilos de la urdimbre se anudan en los extremos.
Criterios de calidad comparativa
• Inalterabilidad de los colores y luminosidad de la materia. Los tintes no deberían desteñirse, y el tejido debería tener un aspecto reluciente.
• Densidad de los nudos. Mientras más nudos haya por unidad de superficie, mejor es la calidad. Para evaluarla, proceda de la manera siguiente: en el revés de la alfombra, cuente el número de nudos por cm lineal de urdimbre (a lo largo del tapiz) y por cm lineal de trama (a lo ancho); multiplique estos valores para obtener la cantidad de nudos por cm2 (los nudos en pares, corrientes en Afganistán, República Islámica del Irán, Pakistán y Turquía, no deben contarse como dobles).
• Tipo de nudo. En los estilos «persa» y «turco», el nudo se amarra alrededor de dos hilos de urdimbre. En cambio, el nudo llamado «jufti» o falso enlaza cuatro o más hilos. Esto reduce a la mitad el material usado en la alfombra y disminuye el tiempo de confección, pero recorta también a la mitad la duración de la alfombra.
• Bordes con ribetes, orillos reforzados y flecos. Estos adornos permiten mantener firmemente amarrados los nudos de pelo en los extremos de la alfombra.
• Diseño artístico. La calidad de la alfombra se valora en función de la precisión del tejido de figuras simétricas, la armonía cromática y la belleza de la textura.