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Los desafíos de Doha, Hong Kong y más allá
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© Centro de Comercio Internacional, Forum de Comercio Internacional - No. 3/2005

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La serie de negociaciones comerciales de Doha conlleva ventajas y desventajas para los países en desarrollo y muchos tratan de lograr que el sistema de comercio mundial también les beneficie.

La crítica Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre las negociaciones de la Ronda de Doha tuvo lugar en Hong Kong, en diciembre. Aún quedan por resolver cuestiones espinosas y algunos escépticos manifestaron serias dudas de que esas negociaciones puedan concluirse a fines de 2006 como estaba previsto. Muchos países en desarrollo se proponen que el acuerdo final no deje a sus economías y sus productores agrícolas e industriales demasiado expuestos a la fuerte competencia de los países ricos y sus multinacionales, ni socave el acceso preferencial a los mercados del que benefician algunos de ellos. Esto no quita que hayan venido participando activamente en las negociaciones. En la sesión especial de la reunión anual del Grupo Consultivo Mixto (GCM) del CCI, celebrada en abril de 2005, funcionarios gubernamentales, negociadores comerciales y representantes del sector privado de África, Asia y América Latina expusieron sus inquietudes, pero también sus ideas sobre la contribución del CCI para lograr que el acuerdo de la Ronda de Doha cumpla con su objetivo primordial: impulsar el desarrollo.

Se reconocen los beneficios de la liberalización

A pesar del lento avance en los primeros nueve meses de 2005, altos representantes de los países en desarrollo hicieron declaraciones categóricas sobre su compromiso con esta ronda y con la OMC.

“Permítanme reiterar mi profunda confianza en el multilateralismo por lo que atañe al sistema comercial”, dijo Paul Kagame, Presidente de Rwanda, en un simposio de la OMC del mes de abril. “En África reconocemos que el comercio y la inversión, no la ayuda, son los pilares del desarrollo […] Sabemos que el aumento del comercio internacional redunda en una óptima asignación de recursos, acrecienta la eficiencia y facilita la transferencia de conocimientos.”

P. Chidambaram, Ministro de Hacienda de la India, también fue muy claro en el discurso que pronunciara en Dusseldorf, Alemania, en junio: “Creemos que la India necesita más a la OMC que la OMC a la India.” En el artículo que escribiera para Finanzas & Desarrollo, revista trimestral del Fondo Monetario Internacional, Sok Siphana, Viceministro de Comercio de Camboya (y uno de los directores del CCI desde octubre de 2005) dice que su país considera que la “participación en el sistema multilateral de comercio le permitirá integrarse en la economía mundial y beneficiarse de las ventajas del comercio internacional”.

Huelga decir que estos dirigentes, y docenas de líderes del mundo en desarrollo que expresaron opiniones similares, son más bien pragmáticos que idealistas del libre comercio. “Francamente, mi país tiene muy poco que ganar y, potencialmente, mucho que perder en las actuales negociaciones multilaterales del comercio. […] Entonces, ¿por qué deberíamos participar? Pienso que la respuesta reside en comprender que hoy en día, no hay más alternativa que formar parte de economía globalizada. Para sobrevivir hay que adherir al cambio y, a la vez, tratar de influir activamente en él”, declaró S.B.C. Servansing, Embajador de Mauricio ante la OMC, en la sesión del GCM.

Muchos países en desarrollo consideran que tras la Ronda Uruguay 1986-1994, el hecho de haber abierto sus mercados de bienes y servicios les aportó poco o ningún beneficio. Entonces, ¿tienen motivos de temer que vuelva a suceder lo mismo? ¿Qué esperan conseguir en las negociaciones de Doha?

Productos agrícolas e industriales, tema principal de las negociaciones

En Doha, los Estados Unidos y la Unión Europea tuvieron que consentir a poner sobre la mesa sus distintas subvenciones agrícolas para que sus asociados comerciales de África, Asia y América Latina aceptaran entablar negociaciones. Ahora bien, todavía hay que lograr que de las negociaciones surja un cuadro claro de la forma en que se suprimirán. Los países en desarrollo, que supieron usar mucho mejor el arma de la diplomacia colectiva en las negociaciones de Doha que en las de la Ronda Uruguay, estiman que en términos de ingresos suplementarios, esa eliminación aportaría mucho más a sus propios productores agrícolas que cualquier programa de ayuda. Además, dichos países se beneficiarían con el aumento de las exportaciones y las ventas en los mercados nacionales donde hoy, los agricultores tienen que competir con importaciones subvencionadas de Europa y Norteamérica. Muchos afirman que de no operarse un cambio radical, se sumirán aún más en la pobreza e insisten en que sin un paquete agrícola significativo no podrá haber acuerdo global.

El punto siguiente es el acceso a los mercados no agrícolas, conocido por la sigla en inglés NAMA: bajar los aranceles de los bienes industriales y de consumo. Los países en desarrollo quieren que se elimine, o al menos que se aligere, esa escalada arancelaria por la cual, los países desarrollados aumentan los gravámenes sobre bienes procesados mientras que la importación de sus componentes en cuanto materias primas está prácticamente exenta de ellos. Esto último, junto con la práctica de los picos arancelarios, hace que los países más pobres se vean condenados a seguir produciendo productos básicos. Además, para negociar un cambio, los poderes industrializados pretenden que los países en desarrollo bajen rápidamente los aranceles de los productos acabados. Los países más pobres argumentan que sólo aceptarán hacerlo temporalmente, porque de lo contrario, sus propios fabricantes podrían ser eliminados por competidores extranjeros antes de tener tiempo de adquirir la pericia necesaria para producir bienes que podrían exportar con éxito.

En las negociaciones de servicios pasa lo mismo. Sólo están sobre la mesa aquellos sectores que los miembros de la OMC están dispuestos a abrir a proveedores extranjeros, pero muchos de los países más pobres dicen sentirse presionados a negociar sobre servicios de utilidad pública (electricidad, suministro de agua, servicios de salud e incluso la educación), sector donde las principales empresas internacionales están ansiosas de invertir, para obtener concesiones respecto a la agricultora y el NAMA.

Temores acerca de la erosión de la preferencia

Otra complicación es la “erosión de la preferencia”, o la pérdida paulatina del acceso especial a los principales mercados del Norte del que benefician muchos países en desarrollo respecto a productos que van de frutas y verduras a textiles y calzado. En los últimos 20 años, los acuerdos preferenciales, combinados con contingentes de importación exentos de aranceles, permitieron que muchos de los países más pequeños crearan nuevas industrias, sobre todo, en el sector de los textiles y el vestido. Pero en enero de 2005, con la entrada en vigor del Acuerdo sobre los Textiles y Vestido de la OMC, se eliminaron los contingentes y un pujante actor, China, entró en el mercado global, agudizando los temores de que el valor de las preferencias disminuya en forma sostenida.

En su reunión anual de abril, el CCI organizó una sesión especial para tratar los desafíos que se plantean a los países en desarrollo en el marco de las negociaciones comerciales de Doha.

El CCI contribuye a mejorar la competitividad

En un informe de junio de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) se afirmaba que aquellos países que se proponen ser exportadores privilegiados deberán mejorar su competitividad y sus capacidades. Ese fue el tema central de las deliberaciones mantenidas en la sesión especial del GCM: “Doha, Hong Kong y más allá: desafíos y oportunidades para el mundo empresarial”.

“El acceso al mercado es esencial, pero no basta”, afirmó J. Denis Bélisle, Director Ejecutivo del CCI. “Ese acceso tiene que ira a la par con la producción competitiva de bienes y servicios y la capacidad de exportarlos. Los países necesitan empresas competitivas con empuje e imaginación.” Francisco Lima, Embajador de El Salvador ante la OMC, que presidía la sesión, abundó en esa idea. Incluso si los países en desarrollo obtienen el pleno acceso al mercado, dijo, sus empresas tendrán que asegurarse de comprender el funcionamiento de los mercados internacionales y saber aprovecharlo con eficiencia.

Desde mediados de los años 90, el CCI viene creando programas y herramientas para ayudar a pequeñas y medianas empresas de los países en desarrollo a participar en ese esfuerzo. Al comienzo, se propuso establecer redes empresariales de intercambio de conocimientos y experiencias; luego, ideó herramientas en línea para que los productores puedan estudiar los mercados de exportación propios y ajenos e identificar dónde se presentan nuevas oportunidades. Además, puso en marcha programas de formación para funcionarios estatales que se ocupan de comercio y empresarios del sector privado, y en el marco del programa “Empresas para el Desarrollo” promovió una mayor cooperación entre los sectores público y privado para definir posiciones acerca de las negociaciones comerciales.

Ese enfoque favoreció una consulta más estrecha entre los gobiernos y las respectivas comunidades empresariales en el transcurso de la Ronda de Doha. No obstante, tal como se constató en la sesión del GCM, todavía queda mucho por hacer.

Según el Embajador Servansing, el mayor reto para su país consistió en evaluar sus propios resultados comerciales y las condiciones de acceso a mercados extranjeros de las que beneficiaban sus productos respecto a los competidores. Este ejercicio fue crucial, dijo, frente a la erosión de esas preferencias que le habían permitido establecer un vigoroso sector del vestido, orientado a la exportación, y ante la perspectiva de que un acuerdo de Doha pueda acelerar ese proceso. Sirviéndose del Trade Map y el Market Access Map del CCI, el Gobierno y expertos de comercio de Mauricio establecieron un “índice de vulnerabilidad” para detectar aquellos mercados donde más peligran sus exportaciones y encontrar la forma de levantar ese reto. Dicho índice también se utiliza en otros países del grupo ACP (África, el Caribe y el Pacífico).

En la reunión del GCM, Mohammed Benjelloun, Jefe del Departamento de la OMC del Ministerio de Comercio Exterior de Marruecos, dijo que gracias al Market Access Map, los negociadores y el sector empresarial de su país habían identificado productos con potencial para ampliar las exportaciones, algunos que ya se exportaban y otros nuevos, si se bajaran los aranceles. “Eso nos permitió estar seguros de haber incluido en nuestra ‘canasta de la compra’ para la Ronda de Doha todo aquello que podía ser de interés para nosotros”, añadió.

Potenciar la capacidad comercial

¿Cuáles fueron los planteos globales de la sesión del GCM? Los delegados reconocieron que los países en desarrollo que trabajan con el CCI han adquirido experiencia y conocimientos invalorables para las negociaciones en curso, pero también hicieron las siguientes sugerencias para mejorar y extender la labor del CCI.

  • Preparar evaluaciones del impacto que podrían tener futuros acuerdos tanto en cada sector de producción como en toda la economía de los países asociados del CCI.
  • Modernizar los instrumentos de análisis electrónicos ampliando su contenido y alcance, incluida la oferta de información comparativa de obstáculos no arancelarios país por país. 
  •  Ayudar a los exportadores del sector de los textiles y el vestido de los países más pobres para que lleguen a ser proveedores competitivos e identificar segmentos de mercado que puedan abastecer.

Estas recomendaciones encajan muy bien en el programa de trabajo y, más allá del acuerdo de la Ronda de Doha, pueden orientar al CCI y sus asociados de los países en desarrollo por la vía del nuevo entorno del comercio mundial.

“A nuestro entender, potenciar la capacidad nacional de comercio es el único medio de lograr resultados duraderos y significativos”, declaró el Sr. Bélisle a los participantes del GCM. “Potenciar esa capacidad ha de ser el eje de toda nuestra labor.”

 

Robert J. Evans, articulista y consultor de prensa independiente, reside en la región de Ginebra y está especializado en temas de comercio y de la OMC.


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