Ya no es así. La reunión de Seattle acabó con ese estereotipo cuando miles de personas manifestaron contra la globalización. La declaración de Doha fue la respuesta de obrar por un comercio que funcionara para todos. Cancún, en contrapartida, registró la desilusión de los países en desarrollo, pero por primera vez, debido a la promesa de Doha, esas voces ocuparon el centro del escenario. Hong Kong mantuvo abiertas las puertas de la discusión, pero la composición del coro había cambiado.
De ahí que hoy en día, el cuadro sea distinto, pues participa un nuevo conjunto de voces. El próximo reto será afiatarlas para lograr un consenso más amplio. Actualmente, la OMC tiene 149 miembros; en la reunión de Hong Kong participaron 1.000 ONG y el número de periodistas también aumentó mucho en comparación a diez o incluso cinco años atrás. Las delegaciones de los países en desarrollo son más numerosas e incluyen más representantes del sector empresarial e incluso de las ONG. En Hong Kong también hubo cientos de actos paralelos. El intercambio de opiniones se va ampliando.
Más personas participan en el debate comercial y se benefician de la apertura del comercio, pero existen legítimos motivos de preocupación. El cuadro es frágil y podría hacerse pedazos. Respecto a las negociaciones multilaterales, analistas y periodistas usan términos como justicia social, readaptación profesional, exportación de puestos de trabajo, defensa de las culturas locales, calamidades del capitalismo mundial, resurgimiento del nacionalismo, contragolpes del proteccionismo, etc.
La “democracia comercial” y una promoción más amplia no responden a la cuestión de saber si la apertura del comercio y las fuerzas del mercado son buenas o malas. Más bien se trata de una tendencia emergente que señala una gama más amplia de participación, lo que modifica el debate y puede modificar los resultados.
Pensamos que nuestros lectores deberían tener en cuenta ese cuadro cambiante y elaborar nuevas y creativas estrategias de promoción del desarrollo del comercio en las que no habría que olvidar la promoción mediante proyectos de desarrollo que permiten adquirir competencias de exportación y crear puestos de trabajo, como los que recoge este número y sobre los cuales se informa muy poco.
En este número también nos hacemos eco de diversas voces. Pequeños exportadores de servicios de Uganda encontraron medios prácticos de participar en las negociaciones comerciales; la OMC hace hincapié en humanizar la globalización; el Evian Group alienta al sector empresarial a dedicar más tiempo a comunicar los beneficios del comercio a la opinión pública y un encuentro organizado por el CCI en el que negociadores, dirigentes de asociaciones, académicos, parlamentarios, representantes de grupos de presión y de organizaciones internacionales aportaron nuevas conexiones, nuevas ideas y un debate más amplio.
Este cuadro nuevo no reemplaza el viejo… por el momento. El diálogo entre sector empresarial y gobierno aún no existe en muchas regiones. Los países en desarrollo tienen que hacerse oír más. La mayor prominencia del comercio de servicios ha de respaldarse en la práctica. En las organizaciones internacionales, el fomento del desarrollo rara vez se asocia con el comercio como motor.
¿Qué lugar ocupa el CCI en este cuadro? Reafirmamos nuestra convicción de que las soluciones de desarrollo del comercio pueden mejorar la vida de los pobres. El acceso al mercado es esencial, pero la capacidad de exportación también lo es. Tal como se muestra en este número, el CCI contribuye a ambos día tras día para que el desarrollo mediante el comercio sea una realidad.
Natalie Domeisen