La parte del comercio internacional en el producto interior bruto mundial pasó del 5,5 por ciento en la década de 1950 a 21 por ciento en 2007, aumentando más de 32 veces en términos de volumen. La participación de los países en desarrollo en el comercio global también aumentó y hoy contabiliza el 34 por ciento del comercio de mercancías, casi el doble que a principios del decenio de 1960.1
Esa expansión del comercio mundial trajo aparejado un aumento de las emisiones de los GEI –debido, por ejemplo, al mayor uso de servicios de transporte para enviar bienes a grandes distancias– lo que agravó los efectos del cambio climático. De ahí que los esfuerzos multilaterales para impulsar el comercio internacional y las medidas tomadas para reducir el carbono tuvieran importantes repercusiones políticas.
Un diálogo informal entre las múltiples partes interesadas podría tender puentes entre los dos programas y propiciar soluciones con conocimiento de causa para salvar escollos críticos en lo que respecta a la coherencia y aplicabilidad de las medidas. Por ese motivo, es fundamental que los gobiernos, las organizaciones internacionales, el sector privado y los académicos colaboren para evitar divergencias entre la política comercial y la política climática. Camino a la próxima ronda de negociaciones sobre el cambio climático que tendrá lugar en México, esa es una consideración clave.
En lo que respecta a los vínculos políticos más prominentes, es crucial abordar los retos de construir una arquitectura nacional e internacional en materia de cambio climático que no caiga en contradicciones jurídicas e intergubernamentales con las reglas de la OMC. Si las medidas sobre el cambio climático se juzgan incompatibles con las reglas de solución de diferencias de la OMC, las acciones nacionales entrarán en conflicto con las acciones internacionales y podrían llegar a socavar el propio proceso de negociaciones sobre el cambio climático.
Las cuestiones políticas de los programas de comercio internacional y cambio climático incluyen, entre otros: la importancia del programa de crecimiento de bajo carbono, la escalada de tecnologías de eficiencia energética, la adopción de políticas sobre las energías renovables, el uso de combustibles alternativos y la necesidad de innovaciones respetuosas del medio ambiente en los países en desarrollo.
Entre todas esas cuestiones. reviste singular importancia dilucidar en los próximos meses los puntos indicados a continuación.
En primer lugar, ¿cómo verificar la observancia de un acuerdo mundial sobre el cambio climático y hacerlo cumplir? ¿En qué consiste un buen modelo de “seguimiento, presentación de informes y verificación” del cumplimiento de las obligaciones en materia de cambio climático? Si se logra un consenso respecto a la creación de tal mecanismo, ¿cómo asegurar su cumplimiento? Por ejemplo, un modelo análogo al de los Exámenes de las Políticas Comerciales que lleva a cabo la OMC, ¿sería un medio de supervisión viable? En caso contrario, ¿qué otros mecanismos existen para normalizar el comercio y el clima en un proceso deliberativo y legítimo?
En segundo lugar, ¿cómo habría que estructurar la arquitectura global del cambio climático para que sea coherente con las reglas vigentes de la OMC? Habida cuenta de la poca coordinación actual entre las acciones nacionales e internacionales para abordar el cambio climático, las legislaciones nacionales podrían estar en contradicción con las disposiciones del acuerdo por el que se estableció la OMC. Entonces, ¿cómo abordar medidas de ajuste de fronteras y medidas para evitar la fuga de carbono que no infrinjan reglas de la OMC? Y si los sistemas de fijación de límites máximos e intercambio de derechos de emisión obtienen respaldo político en el plano nacional, ¿pueden aplicarse sin infringir las normas de la OMC en materia de subsidios?
En virtud de la complejidad de estos asuntos globales y la gran cantidad de actores que participan en los debates, se impone entablar el diálogo entre las múltiples partes interesadas para encontrar soluciones a los escollos críticos. Solucionar estos asuntos y trazar un mapa de ruta hacia el consenso multilateral son los únicos medios de lograr que el comercio propulse el crecimiento de bajo carbono en el futuro.
1. El comercio y el cambio climático. Informe de la OMC y el PNUMA, 2009.
* Las opiniones aquí expresadas no reflejan forzosamente los puntos de vista institucionales del Foro Económico Mundial.
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